-Los éxitos y fracasos de nuestro querido Chile, a lo largo de su historia, han forjado a nuestros compatriotas para enfrentar adversidades.
Vivimos una difícil situación, saliendo de una pandemia que, literalmente, dejó una economía destrozada, vivimos con una delincuencia que sobrepasa todos los niveles imaginados por nuestros padres y, ahora recientemente, incendios forestales (algunos intencionales) que, prácticamente, han quemado Chile y destrozado actividades productivas y casas de sus habitantes.
Como si fuera poco, debemos agregar que la delincuencia se ha desatado y a Chile se le empieza a conocer mundialmente por la inseguridad de sus calles.
Indudablemente, este fenómeno ha impactado en el comercio y el turismo, es cuestión de ver lo que está ocurriendo con los balnearios chilenos, típicamente concurridos por extranjeros.
Hace poco, en el centro de Santiago asesinaron a un inofensivo joven turista norteamericano y ni hablar de la delincuencia en Iquique y Alto Hospicio, amparada por lo demás por una justicia laxa y garantista.
Por otro lado, en cuestiones económicas la situación es compleja, no solo para los pobres y para la mal llamada clase media, aspiracional pero débil, sino que también para el empresariado y el segmento de la pequeña empresa tremendamente golpeada.
Indudablemente, esta situación los hace entrar en un círculo vicioso, cuyo resultado es no crecer y no generar empleo.
Obviamente la delincuencia hace frenar las inversiones, independientemente del nivel de riesgo de los capitales. Y a este lamentable cocktail, agreguemos los incendios forestales en la zona sur del país, algunos provocados por dementes desbocados y otros por darse la máxima del incendio forestal: el factor 30/30/30 ya por todos conocidos, que no es más que la ocurrencia de factores climáticos que provocan la tormenta perfecta para la propagación de los incendios.
Hoy vemos la mitad del sur de Chile incendiado, lo cual redundará en profundizar los efectos antes indicados. No quiero pensar en la problemática de los pequeños agricultores esforzados del sur.
En este contexto, destacar a los bomberos y a los brigadistas de Conaf, quiénes sumados a la acción de la Fach, han podido controlar la terrorífica acción del fuego con los escasos recursos físicos que disponen. Verdaderamente, son 99% corazón y transpiración, con un 1% de recursos y equipamiento.
Pero como digo desde el inicio de esta columna, la histórica adversidad de los chilenos, han forjado a nuestros compatriotas para enfrentar adversidades.
Quiero a mi país, donde he desarrollado mi familia y mi profesión, sin embargo, se siente como un Chile que se cae a pedazos, un país que se desmorona. Un Chile débil, el cuál a pesar de todos los bonos, subsidios y medidas tomadas y entregadas por los recientes gobiernos, está igual de mal.
Literalmente, un Chile de Cartón.
Confiemos en que nuestro país, como en muchas otras oportunidades a lo largo de su historia, salga adelante y supere la frágil situación en que nos encontramos.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile
cortezbaldassanohernan@gmail.com
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