Por razones profesionales, desde algún tiempo hasta esta parte, me ha tocado intercambiar conocimientos y trabajo con ingenieros chinos.
Realmente ha sido una notable experiencia.
Aunque suene autoflagelante, ojalá los chilenos pudiéramos parecernos un poco más a ellos.
China, más bien la República Popular China, es un país de Asia Oriental que tiene una población de 1.400 millones, la segunda más grande después de India.
Desde la década de los 70 China ha sido una de las economías de más rápido crecimiento, es el mayor exportador e importador de bienes y la primera potencia industrial del mundo.
Sinceramente lo diseñan y fabrican todo. Y si hay algo que no lo tienen, pues lo fabrican. Y si lo que fabrican no se adecúa en su momento, pues lo modifican.
En definitiva, una cultura de satisfacer a sus clientes. Notable.
Las capacidades de la ingeniería china, es inmensa. Como digo hacen de todo y de muy buena calidad. Verdaderamente, hoy es un mito que lo chino es malo o de mediana calidad.
En relación con el recurso humano y el trabajo, verdaderamente envidiable. Nada que decir.
No hay descanso con tal de lograr el éxito. No hay descanso tratándose de satisfacer a sus clientes. No hay descanso con tal de vender sus productos.
He visto como, sin horarios, se esmeran en lograr sus objetivos. Veo como no limitan sus labores con tal de progresar.
Envidiable, mientras ellos se esmeran al máximo, nosotros implementamos una jornada que en el plazo de 5 años llegará a 40 horas semanales, las cuáles en la práctica, se traducirán probablemente en 30, porque siendo realistas nadie (o muy pocos) trabajan 48 horas semanales.
Restando los tiempos en el uso del whatsapp, los cafés, las reuniones inoficiosas, los llamados telefónicos, los permisos diversos, las horas de almuerzos y las comúnmente conocidas “sacadas de vuelta”, en la práctica no se trabajan 48 horas semanales. Por ende, tampoco se trabajarán 40. Yo diría, un sueño literario, un romanticismo ególatra.
China es una potencia mundial, así como otros países desarrollados europeos. Lo son producto del esfuerzo de las personas, producto del trabajo y la creatividad y no precisamente por trabajar menos o dedicarse al que pudo ser el ocio constitucional chileno.
Quizás parezca atractivo “trabajar” menos, pero sinceramente nos estamos disparando balazos en los pies nosotros mismos.
Los países crecen con crecimiento y con productividad, el peor de los mundos es sin crecimiento bajar las jornadas, lo que se traduce en que la productividad disminuye más aún de lo baja que ya lo es.
En buen chileno lo que debemos hacer es trabajar duro para que, al menos, en algún momento de nuestra historia, nos podamos parecer a países como China.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile
hcortez@enersa.cl








