Señor Director: Finalmente, la comisión organizadora del Festival de Viña del Mar decidió mantener la programación del cantante mexicano Peso Pluma. Para tal determinación se esgrimieron razones jurídicas, las que escaparían a la jurisdicción municipal.
Cabe sincerar, de una vez, lo que realmente sucede. Quizás sea el temor a la censura (que, recordemos, proviene de examinar, hacer un juicio crítico), por más evidente y razonable que sea su necesidad. O tal vez sea por la paralizante perplejidad debida al ruido de ciertas mayorías, o a perder ingresos económicos u otras razones que no se declaran abiertamente. ¿Qué hubiera pasado si el artista promoviera canciones que no hicieran más que denostar a la mujer o que defendieran el maltrato animal o la inexistencia del cambio climático, por citar algunos temas controversiales?
Por más popular y rentable que resulte la cultura transformada en espectáculo, en esta oportunidad estamos en presencia del uso de recursos públicos y que el Estado “está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible” (CPCH, art. 1). La ley que rige el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, la ley sobre el Consejo Nacional de Televisión (que promueve “el permanente respeto… a la formación espiritual e intelectual de la niñez y la juventud”), y la ley orgánica que rige TVN (la que debe “defender y promover… la cultura y la educación”), así como su concreción en todo evento de esta naturaleza, debieran subordinarse a este servicio y no a otros, máxime si es público y se costea con fondos municipales.
Más que un debate sobre la legitimidad de la apología de la cultura narco y el delito, quizás el tema de fondo es que discutamos y nos decidamos a erradicar la apología de la hipocresía, del acomodo y del resquicio, de la tibieza y de la falta de sentido común. El Estado de Derecho, más allá del liviano peso artístico de turno, parece seguir en retirada.
Ignacio Hüe W.
Centro de Extensión y Estudios Universidad San Sebastián