Sin duda que el club de fútbol profesional más popular de nuestro país es Colo Colo. Desde su fundación en 1925 ha sido protagonista destacado de un deporte descrito como periódicas cuestiones de vida o muerte que a lo menos duran noventa minutos. Creado con sentido social basado en principios deportivos y morales siempre se identificó con valores patrios. Ya su nombre recordó a “un gran araucano que va a la lucha tenaz sin descansar”; su camiseta alba era la pureza de su conducta, los pantalones negros la seriedad de aquella y la cinta sobre la insignia el duelo perpetuo por David Arellano que muriera en cancha lejana defendiendo al club en gira extranjera. Esta simbología se suma a la nómina de jugadores, técnicos y dirigentes que sublimando el blanco por el rojo han luchado por lograr posiciones destacadas en el fútbol mundial siempre tan esquivas.
La síntesis entre patria y club por años se expresó en frase repetida con fe patria que decía “Colo Colo es Chile”. Lamentablemente el concepto fue nuevamente destrozado por los repudiables desmanes provocados por una supuesta hinchada colocolina el reciente fin de semana en el Estadio Nacional. Los delincuentes que allí vomitaron su irracional violencia y quienes los respalden nada tienen que ver con quienes comparten el espíritu del Colo Colo fundado por David Arellano. Es cierto que el Chile actual tampoco es el mismo de, entre otros, Ibáñez, Frei Montalva y Alessandri.
*Corusco, en su espacio Día a Día de El Mercurio de Santiago
