Hoy conoceremos la historia de don Baltazar Elizalde Pinto, un niño con corazón guerrero.
Con solo 13 años ingresa como soldado al Batallón Cívico Movilizado Atacama N° 2 a inicios de 1880, quizás fantaseando con las glorias de Atacama N ° 1 en la terminada campaña de Tarapacá.
Se embarca con sus compañeros prontamente para desembarcar en Pisagua, solo con un mes de entrenamiento militar.
Parte luego a Pacocha, acercándose cada vez más al enemigo y al ejército expedicionario.
En septiembre se une su unidad con el N ° 1, creando el glorioso Regimiento Cívico Movilizado Atacama.
Compartiendo paso a paso con los bravos mineros veteranos se prepara para su primera campaña, la de Lima, para conquistar la capital peruana.
Nervioso, pero atento, combate fieramente en la batalla de Chorrillos, la que sería su bautizo de fuego.
Lamentablemente su estrella lo abandona y cae herido avanzado el día.
Es enviado a Chile, específicamente a Santiago, con la esperanza de salvarle la vida, pero lamentablemente a pesar de todos los esfuerzos médicos, deja de existir el 17 de febrero de 1881 y sus restos depositados en el Patio Vencedores de Chorrillos y Miraflores, el lugar donde descansaría junto a tantos camaradas de armas, pero lejos de su madre y de su amado Copiapó.
Un hombre solo muere cuando se le olvida…
Por Mauricio Pelayo González.








