El aprendizaje colaborativo y su integración con nuevas tecnologías durante la primera infancia juegan un papel clave en la evolución de los procesos educativos, destacando el uso de estas últimas como herramientas esenciales que pueden favorecer o repercutir negativamente en la adquisición de conocimientos de los párvulos. En este contexto, los educadores juegan un rol clave en la formación de habilidades esenciales durante los primeros años de vida de los niños y niñas.
Ahora bien, el verdadero desafío radica en utilizar las tecnologías como una alternativa que enriquezca las experiencias educativas, sin perder de vista los valores fundamentales de la interacción humana. Esto implica promover la creatividad, el liderazgo y, sobre todo, aplicar en el aula el uso de metodologías basadas en el juego. Es crucial que la tecnología no reemplace, sino que complemente los procesos naturales de aprendizaje, manteniendo la esencia de la niñez, velando por el resguardo de la curiosidad, la creatividad y la exploración, favoreciendo así la autonomía y el pensamiento crítico.
No podemos olvidar que el exceso de pantallas limita la imaginación y el desarrollo social. La clave está en usar la tecnología como un puente, no como un obstáculo. Esto incluye respetar los ritmos naturales de desarrollo y promover actividades que combinen lo digital con el juego y la exploración, pilares fundamentales en la primera infancia.
Entonces ¿cuál es el reto para las actuales y futuras educadoras de párvulos? integrar de manera consciente y equilibrada las herramientas tecnológicas en las prácticas pedagógicas, asegurándose de que sirvan como un catalizador para el aprendizaje, sin olvidar la conexión humana, la imaginación y la capacidad de soñar.
Carol Castro, Académica Escuela de Educación Parvularia Universidad de Las Américas
