La salud femenina rural en Chile enfrenta inequidades que persisten pese a avances en accesibilidad. Muchas mujeres no logran completar controles prenatales, la cobertura de salud permanentes es limitada y la pandemia redujo en 47 % los controles de salud sexual y reproductiva en Chile.
A esto se suma una carencia crítica de información: no existe una caracterización completa de la salud rural que permita identificar con precisión a sus usuarias, su cobertura y necesidades prioritarias. Sin estos datos, diseñar políticas con verdadero enfoque territorial resulta incompleto.
Existen iniciativas prometedoras, como el plan piloto en Calama para prevenir violencia de género rural y el Plan Nacional de Igualdad 2018–2030, pero requieren más coordinación, recursos y participación comunitaria para replicarse en otras comunas.
Invertir en salud permanente, clínicas móviles, transporte seguro y educación no solo mejora indicadores sanitarios; es también equidad y justicia social. Con voluntad política y trabajo colaborativo es posible transformar las brechas en oportunidades de bienestar para las mujeres rurales.
Macarena Arriagada Belmar
Directora Obstetricia U. Andrés Bello