En una noche cargada de fe, memoria y tradición, cientos de ariqueños e iquiqueños —muchos de ellos descendientes de pampinos— se congregaron en la Capilla Santuario San Lorenzo, ubicada en la población Pampa Nueva, para rendir homenaje al mártir cristiano y patrono de los mineros, San Lorenzo.
La ceremonia religiosa fue concelebrada por monseñor Moisés Atisha en la explanada del santuario, donde se destacó el legado espiritual del santo, símbolo de entrega, justicia y amor por los pobres. “San Lorenzo nos remite a Dios y a Jesucristo, fue discípulo del Señor y dio la vida por su fe, por su gran amor a la iglesia y a los pobres”, expresó el prelado durante su homilía.
Homenaje a los mineros de Rancagua
Uno de los momentos más conmovedores de la jornada fue la presentación de las ofrendas, entre las que destacaron seis velas encendidas en memoria de los mineros de Rancagua fallecidos trágicamente. Este gesto fue acompañado por la bendición de imágenes de San Lorenzo traídas por los fieles, quienes reforzaron su devoción al santo que consideran guía espiritual y protector.
Celebración con identidad nortina
Al filo de la medianoche, tras la bendición final, se realizó un conteo regresivo que culminó con el encendido de velas, bengalas y el canto del cumpleaños feliz al santo. El himno de San Lorenzo dio paso a la música de bandas de bronce, que animaron a los presentes a bailar al ritmo de contagiosos sones nortinos, en una expresión viva de la cultura pampina.
San Lorenzo: mártir, protector y símbolo de resistencia
San Lorenzo es uno de los santos más venerados por la Iglesia católica. Su imagen, representada como un joven diácono con palma de mártir y parrilla —instrumento de su martirio—, recuerda su sacrificio en el año 258 d.C., cuando fue ejecutado por orden del emperador Valeriano tras negarse a entregar los bienes de la Iglesia.
En Chile, su devoción se remonta a 1938, cuando un incendio en la salitrera Rosario de Huara permitió a los trabajadores asistir a la fiesta de San Lorenzo en Tarapacá, consolidando su figura como protector de los mineros y los pobres. Desde entonces, es conocido cariñosamente como “El Lolo” o “El Lolito”.
