- Especialistas de Clínica Universidad de los Andes explican por qué actuar rápido y acceder a un programa de rehabilitación integral cambia radicalmente el pronóstico.
Cuando Patricio Toledo cayó al suelo durante el partido “Adiós Capitanes” el pasado 28 de septiembre, cada minuto importaba. El exfutbolista sufrió un infarto agudo al miocardio y fue trasladado rápidamente para recibir atención especializada. Hoy, ya con el alta médica y en plena recuperación, resume así su experiencia:
“Hay un antes y un después en cómo valoro la vida. Mi rehabilitación ha sido guiada por profesionales altamente calificados, que no sólo fortalecieron mi corazón, sino que también me dieron un gran apoyo emocional”.
La historia de Patricio evidencia un problema de salud pública aún vigente: el infarto agudo al miocardio sigue siendo una de las principales causas de muerte en Chile. Pero también demuestra que la rapidez en consultar y el inicio precoz de la rehabilitación pueden marcar la diferencia entre una vida con secuelas y una recuperación plena.
“El tiempo es músculo”, enfatiza el Dr. Dante Lindefjeld, cardiólogo y hemodinamista del Centro de Enfermedades Cardiovasculares de Clínica Universidad de los Andes.
“Cuando un paciente reconoce signos como dolor opresivo en el pecho, sudoración fría o dificultad para respirar, acudir de inmediato a un servicio de urgencia es vital. Mientras antes podamos desobstruir la arteria afectada, menores serán los daños en el corazón y mejores las perspectivas de recuperación”.
Rehabilitación: la etapa que muchos desconocen, pero que cambia el pronóstico
Tras superar la fase aguda, comienza un proceso tan decisivo como el tratamiento inicial: la rehabilitación cardíaca, un programa estructurado que combina entrenamiento físico supervisado, educación en hábitos saludables y apoyo emocional.
“Buscamos que el paciente recupere su capacidad funcional de manera segura. Evaluamos su condición inicial, dosificamos el ejercicio, monitorizamos sus signos vitales y ajustamos el entrenamiento según su respuesta. Con esto, los ayudamos a retomar su vida diaria con más confianza y menor riesgo de nuevos eventos”, explica Carla González, kinesióloga de Clínica UANDES.
La evidencia es clara: integrar al paciente pocos días después del alta reduce hospitalizaciones futuras y mortalidad. Patricio Toledo lo vivió en primera persona.
“Gracias a este proceso, hoy me siento más seguro y fuerte, gracias a la excelencia, generosidad y humanidad de todo el equipo”, comenta.
Tanto el Dr. Lindefjeld como la kinesióloga coinciden en que la prevención secundaria es clave. Control del colesterol, dejar de fumar, tratar la hipertensión y mantener actividad física regular son pilares que deben sostenerse en el tiempo.
Recomendaciones para quienes han tenido un infarto o enfermedad coronaria:
- Consultar precozmente ante síntomas de alarma.
- Preguntar al cardiólogo por un programa de rehabilitación cardíaca.
- No temer al ejercicio: cuando está bien supervisado, es uno de los tratamientos más efectivos.
“Un infarto no debe marcar el final de la vida activa. Con atención rápida, tratamiento adecuado y rehabilitación integral, la mayoría de los pacientes puede reincorporarse plenamente”, concluye el cardiólogo.








