Por estas últimas semanas la opinión pública nacional ha seguido muy de cerca los argumentos a favor y en contra de la Jornada Laboral de las 40.00 horas. Proyecto aprobado en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados.
Es un tema que abordé anteriormente. Sin embargo, debido a las apariciones públicas de los máximos representantes del empresariado en Santiago, que se unen a las voces oficiales del Gobierno. En última hora mantienen discrepancias con el Ejecutivo. Más que sólidos argumentos económicos, atacan la iniciativa parlamentaria calificándola como “un mal proyecto, populista e inconstitucional”.
Pasamos de la retórica empática de la modalidad inflexible a la denuncia del derrumbe de la democracia. Según denuncian, de los altos costos que implica tal medida, además, en un alza del desempleo de 250.000 cesantes, del aumento desenfrenado del empleo informal y daños a las remuneraciones. Es decir, tenemos la parrilla completa de las desgracias humanas. En pocas palabras la diputada Camila Vallejos y su colega de partido, Karol Cariola, serían las causantes de esta catástrofe social.
Conducir a la opinión pública hacia a esta visión política es afanarse en un error histórico. Me parece prudente, salir al paso con algunos argumentos que no sean agraviosos a las personas que defienden los intereses del gran capital. Todos tenemos derechos a pensar distinto y por ética mantener un comportamiento, creo que correcto.
Para no repetir los fundamentos en defensa de una Jornada laboral de 40.00 horas semanales, comenzaré sosteniendo, en un esfuerzo que ayude a la discusión, poniendo énfasis en aclarar de mejor manera una de las afirmaciones que, a mi sano juicio, es demasiado errática.
Me refiero a la más grave de ellas, como la argumentación de sobrepasar la Constitución. Veamos el mismo Código del Trabajo. En el Título Preliminar, inciso segundo del Artículo 1° textualmente dice “Estas normas no se aplicarán, sin embargo, a los funcionarios de la Administración del Estado, centralizada y descentralizada, del Congreso Nacional y del Poder judicial, ni a los trabajadores de las empresas o instituciones del Estado o de aquéllas en que éste tenga aportes, participación o representación, siempre que dichos funcionarios o trabajadores se encuentren sometidos por ley a un estatuto especial”.
Este párrafo es el farol de la verdad. Predicar que están en juego recursos fiscales porque la Jornada Laboral de 40.00 horas conlleva esta pérdida para el Estado, simplemente es un desconocimiento de las normas legales vigentes, ya que dicho personal se rige por el Estatuto Administrativo. La moción parlamentaria apunta al sector privado, donde, la actual jornada de 45.00 horas, por ley deja afuera y discrimina a trabajadores de ciertos sectores de nuestra economía. No hay, ni existirá, una violación de normas constitucionales, porque no se excede a los preceptos establecidos en el imperio del Código del Trabajo.
Entonces, ¿Cuál es el propósito de esta opinión prejuiciosa? Defender estructuras de relaciones laborales de los siglos XIX y XX. La pérdida de libertad con sueldos de hambre. La prosperidad y la riqueza de una sociedad no puede seguir siendo, en mayor o menor grado, por la fortuna excesiva de algunos pocos. La problemática del mercado laboral flexible en el mundo desarrollado dio vuelta la página hace rato. El sistema de libre comercio en los cauces de la era de la revolución tecnológica y de la robotización de la industria, no cae la teoría de más horas de trabajo con menos sueldos.
Los defensores de maximizar las utilidades en base a una permanencia lógica de largas horas de trabajo, incluyendo horas ociosas, sin la eficiencia productiva, hoy por hoy, es un método draconiano por imponer la ley de utilidad deficiente, echando por la borda la necesidad omnipresente de la “utilidad marginal creciente”. La buena política debiera contener la aplicación de una jornada laboral con buenas remuneraciones y con mayores oportunidades de empleos para maximar la renta de nuestra sociedad moderna y lograr el desarrollo. La predicación económica no puede nublar nuestra razón. Una aplicación gradual, dentro de lo sensato, es la discusión… Recomiendo leer “La semana laboral de 4 horas”, de Timothy Ferriss.
Nelson C. Mondaca Ijalba
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