La relación virtuosa entre energía y desarrollo radica en los beneficios que ofrece el uso de la energía.
El término servicios de energía describe los elementos que, tanto por el lado de la oferta como por el lado de la demanda, permiten mejorar las condiciones de vida.
Los consumidores en sus hogares pueden disfrutar de iluminación, alimentos cocinados, temperaturas confortables en el hogar, refrigeración, telecomunicaciones, educación y transporte.
Por su parte, la industria y el comercio requieren de calefacción y refrigeración para muchos de sus procesos, fuerza motriz para la agricultura, y electricidad para las telecomunicaciones y la electrónica.
Por lo tanto, el acceso a la electricidad y a otras fuentes de energía son elementos necesarios, aunque no suficientes, para el desarrollo económico y social de las comunidades.
La falta de acceso a servicios energéticos tiene un gran impacto en el desarrollo de los países. Cuanto menor sea el consumo de energía, menor será el desarrollo de su sociedad.
Si empleamos el índice de desarrollo humano, que incluye elementos que están asociados a la utilización de los servicios energéticos y lo asociamos al consumo de electricidad, podemos observar claramente una correlación positiva.
Es decir, a mayor consumo de energía mayor es el desarrollo de esa sociedad.
De esta manera, es claro que la reducción de la pobreza energética y un aumento en el acceso a los servicios de energía tendrán un efecto directo en la promoción del desarrollo humano.
Sin embargo, el desafío consiste en generar las condiciones para incrementar el acceso a los servicios energéticos, de manera que sean asequibles, sostenibles y replicables.
Para ello, se requieren acciones en al menos 2 ámbitos principalmente.
Institucionalmente, las políticas públicas deben centrarse en la promoción de la inversión, el crecimiento y el empleo. Se necesitan esfuerzos para fortalecer el marco jurídico general, institucional y regulatorio, incluyendo la protección de los derechos a la tierra y la propiedad.
Y en segundo lugar, el tema económico. Se requieren inversiones para la ampliación de la red eléctrica en las zonas urbanas, y al mismo tiempo, crear mini-redes en los asentamientos de tamaño medio, que incluyan instalaciones descentralizadas que proporcionen energía térmica, mecánica y eléctrica en las comunidades marginadas.
Todo esto complementado con formación, educación y creación de programas de microcrédito.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U. Chile
E N E R S A