Probablemente usted tiene dentro de la familia personas de la tercera edad, quizás un padre o un abuelo. Si le preguntaba hace un par de años atrás ¿cómo veía el país comparado con lo que él había vivido?, probablemente le diría: Bueno, estamos mejor que en mi época, hemos progresado, ustedes tendrán una mejor vida que yo.
Si me hace la misma pregunta hoy, ahora que soy padre y abuelo, no estoy seguro de que vayamos a estar mejor mañana y me inquieta el futuro de mis hijos y mis nietos.
¿Que nos pasó?, mejor dicho ¿Qué le pasó a Chile?, esa es una pregunta que se hace cualquier extranjero que haya pasado por nuestro país y se entere por las noticias de lo que está pasando hoy.
El “estallido social”, dirán muchos, y señalan este se produjo por la acumulación de odio por décadas de injusticia, por inequidad, por la falta de dignidad, por la falta de una buena educación, de buena salud, por la diferencia entre unos privilegiados y el resto de la gente, etc.
Muchas de las demandas de las grandes concentraciones en Santiago y en provincias revelaban un descontento muchas veces por legítimas demandas, familias con sus hijos marchaban con alegría con la esperanza de un cambio por un mejor Chile.
Junto con la alegría, la música y la algarabía nadie pensaba que detrás de estas manifestaciones hubiese una mano negra que no pretendía sólo eso, pretendía cambiar todo, incendiar, destrozar, robar y saquear tiendas, modestos negocios y destruir lo que como sociedad nos había costado tanto. Una organización que no quiere saber nada de nuestra historia, de los símbolos patrios, que le da lo mismo la Constitución, las leyes, la autoridad, nada; quiere destruir todo para partir de cero.
Las marchas que pedían cambios no eran para eso, pero ya pasó. Los dirigentes se dieron cuenta que había mucho por hacer, que hay que hacer cambios para mejorar el destino de los chilenos, pero así no.
Creo firmemente en la democracia y los problemas de la democracia, se resuelven con más democracia. Pero para que haya diálogo, tiene que haber paz social, amistad cívica. Lo malo es que es tal el descrédito de los políticos que la frase recurrente hoy entre la gente es: “¡Qué se vayan todos!”. Nadie le cree a nadie y esa crisis de confianza nos tiene inmersos en temores de lo que ocurrirá en el futuro próximo.
La violencia y las amenazas del uso de la fuerza no son herramientas validas en una democracia y no deben ser toleradas. Se deben usar todas las herramientas que otorgan las leyes para no permitir abusos, amenazas o desacatos.
No es fácil observar cómo el país se está cayendo a pedazos y ver cómo se pierde lo que tanto nos ha costado. No hay autoridad que cautele la Constitución y las leyes, la gente teme por su futuro.
No hay certeza jurídica, los cambios en las AFP quizás estuvieron adecuados por la situación de pandemia y las necesidades de la gente, pero rápidamente aparecieron voces de parlamentarios que señalaban que esto era el solo el primer paso, que habría que cambiar todo el sistema, lo que quizás aún no sea el problema, pero la idea era confiscar lo que había y repartirlo, es decir expropiar los fondos acumulados por los cotizantes.
De allí a que esa idea se generalice y pasemos a expropiar casas, departamentos, campos o distintos bienes que puedan tener las personas hay un paso. Sin ser alarmista, pero lo han dicho claramente. Se me aparecen las imágenes de Chávez en Venezuela, en televisión, arriba de un vehículo gritando; ese departamento… exprópiese! , esa casa exprópiese!
Me parece que no hay misterios porque lo han proclamada a los cuatro vientos, el plan del foro de Sao Paulo va avanzando paso a paso. En lo personal no quiero que nuestro país se transforme en una Venezuela o en una Cuba.
Puede haber buenas intenciones, pero quienes a estas alturas crean que esto es espontáneo, me parece de una ingenuidad tremenda.
Esta pelea es política y es deber de los políticos solucionarla. No es tema de como algunos pregonan que las FF.AA deban intervenir.
La única manera que tenemos de enfrentar esta amenaza es por medio del voto. Agrupar gente que piense parecido y cuyo norte solo sea servir a Chile.
Los partidos políticos están lamentablemente contaminados y hoy son más una agencia de empleos que de seguir ideales o respetar programas que fueron ofrecidos antes de las elecciones.
Hay quienes ven en la política una forma de esquilmar al Estado, bueno eso hay que cambiarlo y lo que exige es analizar muy bien por quién se va a votar. No es porque aparece en la televisión o es un actor, un trapecista o un cantante, con el respeto que ellos se merecen, pero necesitamos Alcaldes y legisladores honestos”, serios , ilustrados y comprometidos a devolverle la grandeza a Chile.
Mire a su alrededor y junte gente que sea honesta, que esté dispuesto a servir al país, que crea en Chile y su historia, que sea trasparente, que esté dispuesto a sacrificar algunos años de su vida por el país, no para hacer una carrera o eternizarse en el cargo. Deben sacarse de la cabeza que la Política es para ganarse el sustento; es para servir y no para servirse de ella. El día que tengamos políticos que piensen así, tendremos un país más justo y con oportunidades para todos y no nos encontraríamos en la situación que estamos hoy.
Ricardo Ortega Perrier
ExComandante en Jefe de la FACH
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