Sin pretender ser un erudito en filosofía, basta revisar un poco los apuntes de Filosofía del colegio para recordar a Platón, quien nos señala que el bien supremo del ser humano es desarrollarse como ser racional y “moral”.
Al parecer a medio Chile se le ha olvidado.
En estos meses eleccionarios hemos estado viviendo un agitado panorama político.
Candidatos sacándose los trapitos al sol, con la finalidad de acarrear votantes a sus respectivos rebaños.
¿Es que en el Chile actual no existen personas/candidatos que no tengan comportamientos reñidos, no solo por la ley, sino que por la moral y la decencia?
Al parecer ninguno se salva. Todos, o casi todos, están involucrados directamente en procesos legales o en actividades que sobrepasan los límites morales.
Probablemente, no aprendieron las lecciones que sus padres les inculcaron, tampoco las clases de filosofía del colegio. Ni hablar de uno que otro constituyente.
Y no se salva nadie, desde ayer el Presidente de la República está acusado constitucionalmente, debido a los antecedentes del caso Dominga incluido en los documentos Pandora Papers. Habrá que ver como avanza ese proceso.
No es menor la crisis moral que se está viviendo en Chile. Crisis moral que redunda en que los chilenos ya no confiamos en nada, ni en nadie.
Obviamente la crisis de confianza que vivimos es producto de la crisis moral de nuestros propios representados.
Es sorprendente que nadie se salve.
Creo que llegó el momento de elevar los estándares. Subir la valla a las autoridades actuales y futuras.
Si bien es cierto que los votantes “seleccionan” finalmente en las urnas, castigándolos en las elecciones, no es menos cierto que los estándares de postulación a la política deberían elevarse bastante más. Ponérsela exigente, al fin y al cabo, la política (muy bien pagada por lo demás) se ha venido transformando en una “profesión”, incluso heredable.
Estándares mínimos a cumplir, como por ejemplo ciertas competencias básicas, compromisos de gestión, grado mínimo de relacionamiento territorial, y obviamente, satisfacer un filtro exigente de carácter moral.
Y terminar del todo con el apadrinamiento político del o la candidata a la postulación. Siempre me pregunto inocentemente qué sería del tremendo interés político existente si, por ejemplo, los sueldos en la cámara bajaran a $ 1,5 millón de pesos. ¿Habría interesados?
Estándares de transparencia son básicos e imprescindibles para elegir a nuestras autoridades.
Dirigir un país, ostentar un cargo de confianza, para que mencionar uno de elección popular, requiere cumplir con las mejores calificaciones de transparencia y comportamiento moral, antes y durante sus ejercicios.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil
*Las opiniones y conceptos expresados por los columnistas son de su exclusiva responsabilidad y no necesariamente representan la línea editorial de este medio de comunicación.
