Si no fuera por la televisión, no existiría el Día de nada; ni día del Padre, ni día del Niño, ni día de la hamburguesa… Probablemente nada. ¿Viviríamos en un mejor mundo si no existieran estos hitos de consumo retail gatillados por la televisión en los 80s – 90s? No tenemos cómo saberlo.
Si sabemos que la televisión fue tildada por años y años como los malos de la película, como ese aparato que atrofiaba el cerebro y te hacía ser más gordo y feo, como dice 31 minutos. Mirando años atrás, ahora dan muchas ganas de darle las gracias a la televisión por esos años de entretención con inocentes transmisiones de programas clásicos chilenos, épicas teleseries y acceso al mundo a través del cable, que no querían nada más a cambio de nosotros que nuestra simple atención, nuestra simple sintonía para – solamente – mostrarnos unos sencillos Reclames (buenos o malos).
Ellos no estaban detrás de nuestra identidad, de nuestros intereses, de nuestros datos y no maquinaban todo eso para hacer miles y miles de millones de dólares a pura Data. Claramente no se trata de tildar a la TV como un lindo angelito, no, pero comprar las RRSS con la TV es como comprar a Darth Sidious con Pilaf.
Hoy, en su día, queremos darle las gracias a la televisión. Y ojalá que esta pandemia le haya dado la oportunidad de renacer y de sobrevivir por algunos años más donde ojalá – más de alguna vez – nos logre despegar nuestra adictiva vista de Instagram para ver un simpático reclame de chorizos en su gran pantalla.
Clemente Pinto
Gerente General de Inflamable de Grupo Raya







