Me cuesta hilvanar palabras y escribirlas para destacar a quien en vida fue doña Zoila Ponce, matriarca de una gran familia muy ligada a nuestro hermoso Valle de Azapa, en específico en los altos, ahí donde a veces la luna brillaba en el cauce del río Livilcar, en medio de un valle prodigioso, con una aguas de vertiente riquísimas, y, en una de las muchas conmemoraciones a San Bartolomé, venerado en esa hermosa iglesia, única en Chile con su retablo en pan de oro, en donde muy de mañana, me tocó escucharla recitar un poema a la bandera , porque con orgullo decía que lo había aprendido en la escuelita del sector .
Lo tengo en mi mente, aquel momento que viví junto a mi padre, cuando llegamos en cabalgaduras, y fuimos parte de esa hermosa celebración, y, al día siguiente, participar del izamiento de nuestro emblema patrio, y escuchar los discursos de las familias oriundas de ese hermoso poblado, y ella, tornarse en una verdadera maestra de ceremonia.
Pero doña Zoila fue mucho más, ya que le dio un sello especial a las peregrinaciones, hasta cuando sus fuerzas lo permitieron, estuvo dedicada a hacer ese pan amasado con su sello, o esa calapulka recomponedora, para nutrir a miles de peregrinos que iban o venían de ver a la Chinita del Rosario en el santuario.
Su ejemplo, y su especial espíritu, lo heredaron sus hijos y, cuando ella no podía, ellos lo hacían ahí en el paradero obligado de Humagata, en donde San Santiago esperaba ser saludado, y, a la vez, era el guardián de sus actividades.
La última vez la vi, ahí, en el atravieso de Cabuza en su inauguración, y escucharla recordar las veces que debió vadear el rio, en un ir y venir, en jornadas a lomo de caballos o mulas, y llevar el sustento para los suyos.
Imagino su sonrisa especial, su disposición a escuchar y aconsejar, a advertir por el respeto de los vestigios sagrados a lo largo del valle, a disfrutar las veces que pudo de ese extenso valle que una y mil veces recorrió.
Hoy la Chinita del Rosario de Las Peñas la tiene a su lado, e imagino que desde las alturas nos estará guiando y muy en especial a sus hijos y nietos a quienes enseñó a atesorar esa hermosa celebración, que la hace única en nuestro país…
Adiós señora Zoila, mis respetos y admiración, y a los suyos, a nombre de mi familia, mi pésame…
XIMENA VALCARCE BECERRA