Señor Director: Como en la ciudad hay demasiados que se creen corredores de Fórmula Uno (por nombrarlos de alguna manera) que no respetan la velocidad en zona urbana en muchas calles y pasajes se instalaron «lomos de toro; como hay muchos delincuentes robando en las viviendas, una inmensa mayoría decidió enjaularlas, otros levantaron muros además de incluir cámaras de televigilancia. Por supuesto, con un alto costo.
Al parecer la idea es facilitar el juego a los antisociales, ladrones, monreros y delincuentes en vez de insistir en que los metan en la cárcel, puesto que así como exigen derechos también deberían cumplir con sus deberes y respetar las leyes.
El colmo de esta situación es la que aparece en la fotografía con que le pedí al director que acompañara esta carta. Ví un auto en una calle del centro de Iquique, que tiene sus retrovisores «enjaulados» y con candados. Seguramente, el dueño del vehículo se hartó que le robaran los retrovisores -que no son baratos- y ahí están. Pronto veremos los neumáticos, parachoques con cadenas, todo enjaulado. Es que así como va la cosa.
Los pocos iquiqueños que quedamos (cada vez quedamos menos oriundos) vivíamos en una ciudad linda, pobrísima, pero tranquila, donde todos nos conocíamos, incluidos los rateros de poca monta, incluso el boom de la ZOFRI lo vivimos en tranquilidad. Pero ahora el sector centro y muchos otros lugares son una calamidad, feo, sucio y maloliente. Hay que ir con un cuidado único al centro, no hay dónde estacionar, vas a hacer un trámite, dejas el auto y cuando regresas o está con un topón, un vidrio quebrado o te han robado algo, como los retrovisores o la batería. En el centro hay mucha gente que se levanta y parte al centro a robar. ¿Quién va tranquilo hoy en día al centro? Ya a las 7 de la tarde nadie va al centro.
Para qué hablar de cómo quedó el centro después de la insurrección social. Muchos negocios tapiaron sus ventanales, puertas y ahí están. Y eso pasó hace 4 años. Si existiera Pablo Daud seguro que como presidente de la Cámara de Comercio hubiera encabezado una campaña para tener un centro como corresponde a una ciudad turística.
Para qué hablar del sector Cavancha. Han hecho todo lo posible para tapar la playa. Antes uno paseaba por la Costanera y veía la playa en su extensión. Les dio por las palmeras que nunca han sido de la zona y ahora les dio con los plátanos. El privilegio de tener a la vista dos hermosas playas en la ciudad les dio lo mismo y las taparon, además con toldos que lucen sucios, llenos de smog y más encima instalaron una larga reja amarilla por la avenida Prat, que hoy está oxidada y descolorida que, además, es una barrera horrible y peligrosa en caso de tsunami o terremoto. Para qué referirse a la plaga de roedores en los recovecos que hay en veredas de madera siempre húmedas hasta podrirse. Vaya al centro, vaya a la playa y compruébelo usted mismo.
Estanislao Huerta V.