Señor Director: Andar en bicicleta para muchos es un placer, para miles es parte de la vida laboral diaria y está muy lejos de ser un recurso publicitario al que muchos personajes del mundo han recurrido para lograr simpatía. Incluso anda un meme dando vuelta en las redes sociales al respecto.
Recuerdo cuando niño (hace 70 años) una imagen que debe estar en el archivo fotográfico de la Biblioteca Nacional, donde se ve a cientos de trabajadores que salían a las 11.30 horas a almorzar a su casa. Se trataba de una oficina salitrera como las casi 300 que hubo en el Norte Grande en la época de oro del salitre.
Por los vaivenes de la vida, he visitado numerosos países, como Holanda, Dinamarca y Suecia, donde la bicicleta se usa más que el auto. Como siempre sucede, en Suecia, algunos (aclaro, algunos) chilenos residentes comenzaron a «pelarse» las bicis y los hermanos suecos tuvieron que recurrir a la cadena para dejarlas a buen resguardo. Deben haber sido los mismo que borraban una parte del código de prendas de vestir y pasaban colado por la caja. Increíble, pero cierto dijo Ripley.
También sirve para hacer ejercicio y mantenerse en forma; para pasear y competir. Y también para desplazarse cuando se está enamorado, como le sucedió a un pampino que después del trabajo tenía que pedalear de su localidad (de la oficina Coya Sur a María Elena) distante 8 kilómetros de la de su novia. Se le hizo tal rutina que un día se quedó dormido pedaleando y despertó en Tocopilla. Como ven la bicicleta da para mucho.
Eustaquio Lorca W.
