Hoy conoceremos la historia de don Abraham Ahumada Álvarez, quien debió tener instrucción militar ya que al movilizarse el Aconcagua N ° 1, asume como capitán, dedicándose a formar a los soldados de su regimiento un año completo, ya que dejan el puerto de Antofagasta en diciembre de 1880 para enfrentar su bautizo de fuego a las puertas de Lima en las acciones de Chorrillos y Miraflores.
En la primera de las batallas a su unidad y a él le toca combatir contra enemigos fieros, pero preparados para derrotarlos, consiguen llevar a buen término su cometido, para luego descansar, felices por el primer triunfo conseguido.
La tregua estaba acordada y Ahumada y sus hombres se dedicaban a ordenar sus cosas, reír y soñar con el pronto regreso a la patria, cuando el enemigo a traición rompe el pacto de no agresión y cae sorpresivamente sobre los aconcagüinos que estaban ubicados en la primera línea de defensa.
Aguantaron con valentía y patriotismo el tiempo necesario a un enemigo muy superior hasta que llegaron los refuerzos, pero no sin consecuencias. Muchos muertos y más heridos quedaron tendidos en Miraflores, y entre ellos, el capitán Abraham Ahumada, quien recibió un balazo en el hombro y su estado era grave.
Respetuosas palabras de Vicuña Mackenna son escritas sobre la herida de Ahumada: «Había también caído ya bajo el enemigo plomo, el capitán de la segunda compañía del primer batallón, don Abraham Ahumada, caballero cumplido y de corazón tan bien templado como la espada que solo el peligro de la patria había puesto en sus manos.
Al sentirse herido, y herido de muerte, llamó en su socorro al cabo Daniel Espejo, de su misma compañía, pero en el avance general quedó solo…»
Es trasladado al hospital para hacer todos los esfuerzos para salvar su vida y en junta de médicos se decide enviarlo a Chile. Lamentablemente en el viaje a bordo de uno de los buques de la escuadra se agrava su herida y deja de existir frente a las costas de Arica el 27 de enero de 1881.
Las tradiciones marinas cuando un tripulante moría, era ser lanzado al mar, pero en el caso del capitán Ahumada, es muy posible por el cariño que le apreciaba su gente, haya sido enterrado en el cementerio de Arica o llevado en el mismo vapor a su San Felipe natal.
El último recuerdo que se tiene de este héroe es la dedicatoria que de una foto suya deja a su tía.
Un hombre solo muere cuando se le olvida…
Por Mauricio Pelayo
