Señor Director: Todos los iquiqueños y tarapaqueños sabemos que los pasajes aéreos a Santiago son caros. Los baratos hay que comprarlos con meses de anticipación.
Si uno tiene algún percance familiar o problemas de salud urgente se agrega el alto costo de los pasajes (de un día para otro) que son carísimos. Esta es una parte del problema de viajar.
El otro es que si piden tanta plata por lo menos podrían ofrecer un viaje cómodo. La estrechez entre fila y fila de asientos es increíble. Hay apenas una separación. Las personas delgadas no tienen problema, pero los ‘maceteados’ o excedidos en peso, como es el caso mío, la sufrimos durante dos horas, donde la circulación sanguínea nos pone en peligro.
Además, la esponja de los asientos, o el material que sea, perdió su calidad y prácticamente los asientos están planos, es decir, uno va sentado en una tabla, lo que después de dos horas de viaje se siente en el coxis y, en realidad, lo único que se quiere es llegar pronto para estirar las piernas o sobarse el trasero.
También siempre me pregunto en el viaje, de ida y vuelta, si la mantención de los aviones es como tiene que ser, es decir, con rigurosidad, calidad profesional de primer nivel y fiscalizada por el organismo competente.
Por ahora, les pido a los dueños de las líneas áereas que se preocupen de sus pasajeros y brinden mayor comodidad, mejorando los espacios y la esponja de los asientos. Como mínimo.
Nelson Loyola C.