Hoy domingo 7 de mayo, se pone fin al proceso para elegir a los miembros del Consejo de Constituyentes, compuesto por 50 personas. Como ya sabemos, es un acto electoral de carácter obligatorio.
Para ser bien honesto, si tuviera que elegir entre el proceso de Constituyentes de la Convención anterior ( 25.10.20), y el actual Consejo, no tengo ninguna duda que, por mayor participación ciudadana y principio democrático, me quedo con toda mi alma, con el primero.
Este segundo proceso legal de escribir una nueva Carta Magna, creo que parte por desconocer y/o ignorar los resultados del Plebiscito del año 2020. En aquella oportunidad, el pueblo, Aprobó por mayoría histórica, desde que iniciara el “voto voluntario”, una nueva Constitución. De tal forma que un 78,99 % entrego un maravilloso mandato al poder político. La segunda consulta en este Plebiscito, también, el pueblo soberano se manifestó en contra de una Convención Mixta. Los resultados fueron una belleza, contundentes y aplastadores para los Congresistas de la época. Fue así, que un 78,99 % de los ciudadanos, votaron y/o decidieron para que no tuvieran participación los partidos políticos en la redacción de la nueva Constitución.
Otra es la historia del 4 de septiembre del año pasado. Lo que en verdad hizo el pueblo, fue Rechazar el texto de redacción de la propuesta de la Convención Constitucional. Lo cual, no significaba rechazar la forma en que se eligieron los Constituyentes. Entonces, a mi humilde juicio, era que debía mantenerse el gran mandato de excluir a los partidos políticos del Parlamento de su redacción y proceder en Derecho a realizar las negociaciones correspondientes de un nuevo órgano redactor para sacar adelante una nueva propuesta Constitucional.
Creo que, en esta línea de análisis, la Moneda, por las razones que sean, no tuvo la lectura correcta del Mandato Popular y de los resultados de aquel Plebiscito, acto electoral que fue realizado con “voto obligatorio”, denegó poder al pueblo y se instalaron las formas de las políticas de los “acuerdos” en el Congreso, para llevar adelante la construcción de una nueva Carta fundamental para el país. El oficialismo movió las piezas pero en forma incorrecta por dejar atrás la Constitución de Pinochet. La derecha amante del sistema neoliberal, ni tonta ni perezosa, recuperó el terreno perdido. Las cosas para las grandes mayorías nacionales, ahora no se ven bien, toda vez que la derecha es fuerte en el Senado.
Ahora cae el telón nuevamente para elegir a solamente 50 Constituyentes. El camino de este proceso político, de verdad no fue elegido por el pueblo. Lo discutieron nuestros representantes en el Parlamento. En este terreno muy escabroso, controvertido y distanciado del sentir ciudadano, hoy en la noche conoceremos sus resultados.
Muy bien, puesto en la disyuntiva legitima de votar por un candidato a Constituyente, lo haré. En lo más íntimo de mis convicciones que aún mantengo en mi salud mental, cumpliré con este deber cívico. Por supuesto, tengo una deuda con aquellos de mis amigos y compañeros que fueron torturados, perseguidos y asesinados en los tiempos del Golpe de Estado. Algunos de ellos aparecieron en la fosa de Pisagua. Entonces, para mí este proceso electoral, aunque no me guste, también se relaciona con el presente que estamos viviendo.
¡No puedo votar nulo!. A lo mejor usted estimado/a lector/a, tiene sus propias razones para hacer lo contrario. Todas vuestras opiniones las respeto. Incluso comprendo que usted puede volar más alto en sus pensamientos, pero no puedo ser indiferente a quienes salgan elegidos como Constituyentes. No me da lo mismo quien gane. Seré consecuente hasta el final de esta campaña Constitucional.
En tal sentido, tengo mi candidato; de vasta trayectoria, hombre siempre presente en la lucha contra la pobreza y desde luego, plenamente confiable para defender los intereses de nuestras regiones en las normas que regirán el país. Además, cuenta con una dilatada experiencia que rugirá como Moisés entre aquellos prevaricadores del neoliberalismo, siervos del oro y del dinero.
Por supuesto, todos no opinamos lo mismo y cada cual puede tener su legítima opción personal. El pueblo tiene la última palabra en este día. Chile desde Octubre del 2019, viene reclamando cambios estructurales que nos permitan construir un futuro más justo y feliz para todos/as los que habitamos y amamos esta hermosa y querida tierra.
Los ganadores/as, pueden celebrar, están en su justo derecho. Pero háganlo con humildad, respetando a los vencidos. El trabajo que les espera, viene de la esperanza de los chilenos y chilenas. En el plebiscito de salida, veremos si dieron el ancho para tan magna obra. Suerte y no sean esclavos de las ideologías…
Nelson C. Mondaca Ijalba
nmonijalba@gmail.com
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