La pasión del fútbol se apodera de las calles iquiqueñas, es el regalo soñado para los hinchas de la tierra de campeones, tal cual lo trae a los niños nortinos, el viejito Pascuero en un carro alegórico y un séquito de almas saltimbanquis vociferando a los cuatro vientos, ¡Tira pastilla viejo cagao!. La posibilidad de recoger una gran cantidad de caramelos siempre está latente a cualquier hora; en cualquier instante. Sólo un iquiqueño o iquiqueña puede entender esta vorágine de emociones que se desarrollan en los días previos a la Navidad. Grandes y chicos brincamos de alegría, toda vez que el gran amor de nuestras vidas va a competir en las grandes ligas con ‘Independiente de Santa fe» , en la copa libertadores. Se escuchan los rumores y voces, de ir juntando los pesitos para ir a acompañar al dragón a Bogotá este 25 de febrero. Afortunadamente el partido de ida se realizará el 18 de febrero en el Tierra de Campeones, y ahí estaré alentando, gritando… Iquique.
Y aunque muchos nos quedemos en tierra, ya es bonito ir embarcándose en la nave de los sueños, en patota, en familia, con los amigos, con monos y petacas, en caravana, una institución nortina establecida, porque simplemente el glorioso queda donde el diablo perdió el poncho, lejos de la capital, del mundo, arriba quemando el sol. Sumado a que tiene una historia migratoria relevante con el auge del salitre y como la convocatoria masiva a las fiestas religiosas.
Así es, nací en una ciudad pequeña, donde los vecinos se conocían y cuidaban las pertenencias, la puerta se amarraba con pita, la tetera eternamente estaba hirviendo para abrigar a un forastero, la palabra valía ante todo y los negocios atendidos por sus propios dueños. A la fiesta religiosa de la Chinita se iba en caravana a luca, en micro, bus o furgón. La mayoría pedía la semana libre ,para acompañar a la madre en su fiesta.
En los 80, los vuelos comenzaban arriba del furgón Subaru, cargadito hasta al tope en el techo con carpas, colchones, palos ; todo amarrado por un gran pulpo. Íbamos sentados y apretados al viaje infinito, en caravana, al edén de los camanchangos, a la playita de las aguas tranquilas, a Chanavayita.
Se sumaba el compromiso de acompañar también en caravana al familiar a un partido de fútbol en la cancha de Hernán Villanueva, al complejo Tadeo Haenke o al estadio Cavancha.
¡ Que tiempos aquéllos!, tener como panorama familiar, presenciar un partido entre el club Rápido y Norteamerica en la » Casa del Deportista» , el regreso era mágico, en caravana celebrando el triunfo por calle Tarapacá, espantando las palomas de los techos planos, escuchando el buquecito del vendedor de maní y recibiendo los saludos del Iquiqueño a pie.
Caravana épica la que cruzaron cinco mil hinchas para ver al ascendido «Deportes Iquique» frente a Colo Colo en la copa Polla Gol, se dice que perdieron sus trabajos por alentar al equipo.
Los clásico partidos de Iquique y Arica. Esto ha permitido que la hinchada se desplazara en caravanas de una ciudad a otra. Las barra desplegaba sus recursos para asistir a los partidos. Piden dinero en las calles, y consiguen viajes especiales a bajos precios. Enarbolan sus banderas, pintan sus consignas en las grandes extensiones de género que tienen como fondo los colores celestes. Los viajes de 4 horas por vía terrestre, sirven para expresar simplemente amor y fidelidad hasta la muerte. Mismo sentimiento que se expresa hoy por hoy dónde la «Fiel del norte», la «Banda del dragón» viaja domingo por medio a cada encuentro en apoyo al cuadro nortino.
La Caravana no ha terminado muchachos, el partido está recién comenzando, cuando después del partido de ida, autos, buses y aviones se desplazen al país del café y la cumbia para cantar una y otra vez, ya me voy para la cancha, voy a ver a los dragones, a mí no importa nada, vamos Iquique, yo te quiero.
Sonia Pereira Torrico
Fotografía: Deportes Iquique llegando al glorioso, después de ganar la Copa Polla Gol. (1980)
Gentileza Diego Jiménez