Señor Director: Sin lugar a dudas más de alguna vez muchos lo palparon. Está conversando con alguien y advierte que no lo están escuchando. Es muy común. Es hablar con la pared.
Tal situación es molesta -sino incómoda-, y provoca más de alguna tirantez, tensión u hostilidad. En relaciones más estrechas es el comienzo de un alejamiento que se ve venir.
En los días convulsionados que vivimos prima un diálogo de sordos, precisamente porque hay personas que sólo escuchan lo que quieren oír y punto. Lo peor es que hacen como que escuchan, pero no. Sus ideas nadie las cambiará y se sienten felices cuando llegan a su círculo estrecho, donde todos comulgan con las mismas ideas y objetivos. El daño es grande cuando mandan o tienen las riendas. Así se extinguieron numerosos imperios, desaparecieron los tiranos y caudillos. Es que la libertad del ser humano racional siempre será mejor que la oscuridad de ideas impuestas a costa de ideologías que en muchos países están proscritas. ¿Cómo creen que terminará Putin? ¿Cómo terminó Stalin, Hitler, Mussolini y un larguísimo etcétera?
En los servidores públicos que se deben a la ciudadanía, la obligación es escuchar, no hacer como que escuchan. Es simple. Sólo hay que cumplirlo, por el deber que significa ser servidor público.
Así como hay un dicho popular que dice: “Otra cosa es con guitarra”, también hay otro que dice: “No hay peor sordo que el que no quiere oír”.
Si hay algo lindo de la ancianidad, cuando uno llega a viejo, en el caso mío vieja, es que una ya viene de vuelta y es posible comprobar -por los años vividos- que si hay gente que choca una y otra vez con la misma piedra, es precisamente porque escuchan sólo lo que quieren oír. Y ahí están insatisfechos con ellos mismos, dueños de un resentimiento que los achica y se asustan hasta de su propia sombra. Su mayor placer es hablar con quienes son como ellos.
Sabemos que la capacidad de los seres humanos es limitada. El sistema cognitivo (del conocimiento o relacionado con él) focaliza la atención solo en elementos que se ajustan a la personalidad del oyente. Lo que equivale a la atención selectiva que provoca que muchas de las personas con las que hablamos solo atiendan aquellas cosas que coinciden con sus opiniones o experiencias. En estas situaciones se da, además, otro hecho dicen los expertos en psicología. Hay quien se mueve en círculos muy cerrados, es decir, se relacionan solo con otras personas que piensan y opinan como él o ella. En el momento en que comparten tiempo y espacio con figuras ajenas a ese entorno tan limitado, excluyen todo aquello que no se ajusta a sus esquemas y perspectivas. Por eso estamos como estamos.
Rosalía Lourdes Andrade Y.
(La foto es de Análitica)
