Señor Director: ¿Los ha visto? Es común verlos en todos lados. Donde vaya hay uno.
Veamos, ¿Se ha fijado que hay gente que cruza las avenidas hablando por celular? Sí. Es común ver a jóvenes mamás cruzando un paso de peatones, guiando el coche con la guagua, al lado otro pequeño y ella habla por celular. Como si lloviera. ¿Dónde está el sentido común?
Le ha tocado ver o sentir que usted está parado esperando que el semáforo de luz verde para continuar y cuando apenas cambia escucha un bocinazo, pidiendo que se apure. Generalmente el que está tocando está bien atrás. ¿Pensará que los que lo anteceden van a sacar alas y volarán?
¿Ha visto que algunas señoras y señores estacionan sus vehículos sobre las líneas que demarcan los espacios en los estacionamientos? ¿No razonan? Para tener licencia de conducir hay que saber escribir y leer y se supone que están aptos para seguir las normas. Pero no.
Los ciclistas, la mayoría, pasa por los cruces de peatones pedaleando. La norma es que deben bajarse de la bicicleta y pasar caminando. No ocurre y es común verlos en la avenida Arturo Prat. Y pobre de usted si les hace ver el error.
Es común que muchos llamen rasca a todo el mundo. Sin embargo, muestran la hilacha cuando escuchan su música o se divierten haciendo karaoke, con un volumen que enferma a todo el barrio. «Total en mi casa hago lo que quiero». Sí. Pero vivimos en comunidad y hay que respetar a los vecinos y no convertir la casa en una disco. Lo mismo sucede con los que muestran la hilacha en sus autos circulando con los equipos de música para todo el mundo. Tal vez eso les da valor o creer que son lo máximo. Sí, pero del «rasquerismo» (último de rasca).
¿Por qué hay gente que cree que porque anda en un auto lindo (antes costaba una vida entera tener un auto) es sentirse dueño del mundo? A ese tipo de personas, los toma de los pies, los sacude y no le cae ni un peso de los bolsillos, excepto mínimo 5 o 6 tarjetas de crédito y viven endeudados pateando las deudas y dando paso a la arrogancia y la soberbia que los encierra cada día a vivir «pateando la perra» y a estar enojados con el mundo entero.
Se dicen que estamos en tiempos de cambio. Lo que es bueno, pero no hay para qué mostrar la hilacha o la procedencia y la mala educación. De hecho, así como se perdieron los dinosaurios para siempre, las reglas mínimas de urbanidad desaparecieron y no salió ningún organismo político, movimiento de avanzada u otro para defenderlo así como están los animalistas, ecologistas, etc.
Es tan fácil ser amable y respetuoso. ¡Qué distinto sería si la amabilidad reinara! Hoy se prefiere la grosería, la competencia absurda de defender lo indefendible, se prefiere la intolerancia, el decir de qué están hablando para oponerme. Definitivamente, los que nacimos en la mitad del siglo 20 y que estamos pasando la segunda década del siglo 21, hemos vivido de todo y podemos decir que todo tiempo pasado fue mejor y que quizás cuanta sangre deberá correr para que algún día llegue la concordia y el buen vivir. Es tan simple vivir en humildad y sencillez. Hay que ser vieja para saberlo.
Rosalía Lourdes Andrade Y.
