“La nostalgia se ha transformado en la utopía de hoy”, sostiene el filósofo alemán Andreas Huyssen. Y es precisamente la nostalgia lo que nos convoca al recordar la historia de la Casa del Deportista, uno de los espacios más significativos de Iquique durante la segunda mitad del siglo XX.
El edificio fue construido en 1950, bajo la gestión del doctor Francia, dos décadas después de que el alcalde Enrique Brenner Haus levantara obras emblemáticas como el Mercado Municipal.
En los años setenta, el recinto comenzó a brillar con espectáculos que marcaron época. Uno de los más recordados fue el recital del cantante Adamo, cuya presentación desató el fervor de los iquiqueños, que por primera vez podían acceder a artistas internacionales. Mi madre lloraba a mares, por ver a su ídolo cantando » Tú nombre».
Entre Vivar y Barros Arana, con el paso inexorable del tiempo, la Casa del Deportista rápidamente se transformó en punto de encuentro social, cultural y deportivo para la ciudad. En 1983 o 1984, el programa de Televisión Nacional de Chile “Siempre Amigos”, conducido por Antonio Vodanovic, trajo a figuras como Yuri y Andy Gibb, lo que generó un ambiente familiar, madres preparando sandwiches y termos de té para esperar los shows.También fueron años de espectáculos infantiles, siendo el más querido Cachureos, con Marcelo y personajes entrañables como el Señor Lápiz, Epidemia o el Viejo del Saco.
Que tiempos aquellos, donde muchos adolescentes quedaron marcados por conciertos de música. En los 80, Los Prisioneros y el grupo Nadie. En los 90, King África y The Sacados, con su éxito “Ritmo de la noche”, hicieron saltar a todo el público con el brazo en alto. Otros recuerdos hablan de largas filas en el pasaje lateral, oscuro y maloliente, sólo para ver artistas como Pablo Herrera y el tema » Alto al fuego».
En 1992, la Casa del Deportista vivió un momento histórico, la llegada de Locomía, en pleno auge del Festival de Viña del Mar. Con sus abanicos y coreografías, desataron la locura entre el público. Lo viví in situ, con mi amiga Johana Pinto delirando como unas enajenadas. Pero el recinto no solo fue música. Desde sus inicios fue también la casa del básquetbol iquiqueño, albergando al Club Rápido y otros equipos locales. En 1997, bajo la presidencia del Club Rápido que ejercía mi madre, se organizó allí un Campeonato Sudamericano de Básquetbol, con la participación de Argentina, Venezuela, Bolivia, Perú y Chile como anfitrión. La final entre Chile y Argentina repletó el recinto hasta no caber un alfiler. Aunque la selección chilena perdió, el evento demostró el alto nivel deportivo y dejó una huella imborrable en la memoria de los asistentes. Por sus canchas y graderías también pasaron boxeadores locales y nacionales, competencias escolares, olimpiadas bancarias, laborales, militares y vecinales, además de las tradicionales fiestas de la primavera. Allí se presentó incluso el famoso equipo de los Harlem Globetrotters, que maravilló con su espectáculo de baloncesto y humor. Y en ese mismo escenario se gestaron agrupaciones locales como el grupo de baile BONSAI, dirigido por Belford Eliecer Vilca Astorga, en el Instituto del Mar.
El año 2000 marcó el fin de esa historia. El recinto fue demolido para dar paso a la tienda Ripley, dejando atrás décadas de conciertos, partidos, shows infantiles y celebraciones. Las palomas que alguna vez se posaron en su techo, parecen haberse llevado consigo los recuerdos de miles de iquiqueños.
¡Oh!, mis ojos y mi corazón aún sigue latiendo por el chiquillo aquel de la universidad , el cual me invitó al concierto de Joe Vasconcelos. Nunca más lo volví a ver, sólo hasta hoy, que evoco con emoción, la Casa del Deportista, la Casa de los Iquiqueños.
Sonia Pereira Torrico