Señor Director: El Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago recomendó clases de ética empresarial a los imputados por el caso «colusión».
A una mujer pobre que microtrafica para alimentar a su familia se le «recomienda» entre tres y cinco años de prisión.
Esta desproporcionalidad hace en la práctica que el que tiene y obtiene más de manera ilícita, no sea delincuente, en tanto que quien no tiene y obtiene algo de manera ilícita, sí lo sea.
El rico coludido a quien la justicia lo obliga a asistir a clases de ética gozará transcurrido un año de irreprochable conducta anterior. La mujer pobre que para alimentar a sus niños cometió delito es encerrada, condenada a abandonar su familia y cargará para siempre con el estigma de haber estado en la cárcel. Seguirá siendo pobre, al igual que sus hijos, y nunca encontrará trabajo estable, salvo contados casos.
Como el mundo está al revés, sugiero a una parte de nuestros jueces y legisladores que asistan a clases de sentido común.
Luis Roblero A. SJ,
Capellán de Cárceles