Señor Director: Todos los santos días paso por la ciclovía de calle «Juan Martínez», en el período escolar, subo por Zegers y doblo por Juan Martínez y la recorro hasta Céspedes y González. Todos los iquiqueños sabemos que esta calle es desde Videla hasta Diego Portales, es decir de norte a sur.
Haciendo este recorrido de lunes a viernes, me doy cuenta que la ciclovía está por las «puras» (así se decía antes cuando algo no servía). No sé cómo se dirá ahora. Lo cierto es que de repente me encuentro con un ciclista que va de norte a sur y otro que viene de sur a norte, mientras yo voy muy concentrado en tratar que los que van en vehículo al lado mío no me topen o rocen o yo a ellos. ¿Y por qué tan atento? Porque los que van al lado mío sólo tienen media vía, porque se angostó precisamente por la ciclovía y muchos dueños de vehículos se estacionan al lado derecho de esa transitada calle (más encima) angostándola más aún. Es todo un cuento y una verdadera lata que demuestra que no se estudió bien.
Añado a este cuento que, en la zona de colegios, Corona School y otro más que está en Juan Martínez con Orella y no sé su nombre, los padres y apoderados se mal estacionan y otra vez se angosta aún más (con «taco» incluido) la calle para los que vamos de norte a sur en una pista y los otros en media, ya que le hacen el quite a la ciclovía. No sé si me explico.
Lo cierto es que, como ciudadano, solicitaría a la autoridad que eliminaran esa ciclo vía porque fue «mal pensada», no es que me oponga. Sólo digo que fue mal pensada. No se estudió el tema como corresponde y, además, no hay fiscalización (es decir, no veo que se cursen multas ahí por pararse frente a la puerta de un colegio, donde es común y corriente que los padres y apoderados se estacionen en doble fila y lo que es peor, se bajan a dejar a sus hijos muy mal humorados -señoras y señores- y pobre del que les llame la atención. Yo me atreví a decirle a una señora que estaba cometiendo una infracción, con muy buenas palabras, y mejor no lo hubiera hecho. Así están las cosas hoy.
Entonces, reitero, el tema merece un estudio acabado, empezando por instalar en la calle Juan Martínez a trabajadores que cuenten cuántos ciclistas usan la ciclovía en el día. Este conteo debe hacerse de lunes a viernes. Se sorprenderán porque les adelanto que son muy pocos, poquísimos. Y es simple, nadie usa una ciclovía para andar 5 kilómetros o más de día para ir al trabajo y 5 kilómetros más al caer la tarde para volver al hogar dulce hogar.
Además, esto de las ciclovías es una feliz copia del Edén. Muchos las copiaron porque en Noruega, Suecia, Dinamarca, Holanda se usan, pero el concepto es otro. Claro está que esto traerá otro problema, porque los concejales desearán ir en masa a ver cómo funciona en esos países y después llegan acá y no pasa nada (como se ha visto con muchos viajes de concejales a lo largo del país) porque comprueban que es el Ministerio de Transporte el que decide. Aunque claro está que estos señores del Ministerio también querrán viajar a estudiar y ver las experiencias en el extranjero a ver cómo es allá la situación, lo que provocará un gasto enorme y los tiempos no están para tanto gasto. Creo yo. Sugiero, además, que vaya el funcionario jefe del Ministerio de Transportes en Tarapacá, el alcalde y todos los concejales a ver el tema «en vivo y en directo», durante una semana. Sinceramente, a mi edad, no creo que vayan. Ya he visto demasiado.
Vamos a ver cómo termina este caso en esta y otras ciclovías. Y no me voy a referir a los «par vial». Otro chiste, lamentablemente.
Rufo F. Pérez Basquinsay