Vamos que se nos termina el año. Nos encontramos con los Gendarmes en paro nacional por sus sentidas demandas. Los profesores también asumen una ofensiva por sus reivindicaciones.
Por otro lado, el Ejecutivo anuncia un proyecto de ley que modifica el régimen de pensiones y propone una batería de iniciativas legislativas que se hacen cargo de problemas sociales. Así, se complementan con otros proyectos de ley que deben discutirse y aprobarse en el parlamento. La política nos presenta espacios de discusión, de cambios, de consensos y de profundas discrepancias. De todo un poco.
En un escenario de realidades distintas, también, es positivo buscar nuevas alternativas. Las ideas que circulan en el ambiente ciudadano, casi siempre son ignoradas. Con mayor razón no se toman en cuenta, cuando un político del lado contrario, en algún lugar la Prensa ya dio cobertura. Nada de eufemismos y de palabrería rebuscada. Por tal motivo, me pronuncio para que se reduzca la Jornada Laboral de 45 horas semanales.
Una de mis primeras razones, se funda en las mismas estadísticas del mercado laboral, donde, la participación de la mujer aún, a pesar de los años, sigue siendo menor a los países en América Latina y lejos de los países de la OCDE. En general, la jornada laboral, se cuantifica legalmente soló desde que está a disposición del empleador. Al tiempo de “trayecto” (1,00 hora, ir y 1,00 hora, volver), hay que sumar el “tiempo descanso” entre el término de la primera y comienzo de la segunda jornada (almuerzo/colación de 2,00 hrs.,) Entonces, a las 8,00 horas diarias, hay que sumar 4,00 hrs. Es decir, lo mismo que les pasa a todos los trabajadores, terminan con un total de 12,00 hrs., fuera de su hogar, hijos y familia. ¿No les parece de suma importancia modificar esta jornada de las 45,00 horas semanales? ¿Qué clase de sociedad construimos sí dejamos en un plano secundario a nuestras familias y protegemos los intereses de las grandes empresas en Chile?
La actual situación del desempleo, puede avanzar hacia un plano más crítico o de lo contrario mantener este indicador bajo control. Mucho, me temo que el país -por favor nadie culpe a otro- pero nuestro modelo económico no fue pensado en la industrialización, sino para que fuera un eslabón de servicios y comercio. Me viene a la memoria, los 500.000 cesantes al final del siglo XX. Aún, conservo un titular de un medio local sobre este drama social en la biblioteca y oficina de SINITRAZ. Han pasado los años que dejan sus huellas, por supuesto, soy más viejo y viendo como se fue mi juventud en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, lo increíble de la verdad, es que la eterna muralla de la cesantía sigue con los mismos inmutables guarismos. ¿No sería correcto aplicar una medida de choque, reduciendo la jornada laboral? ¿En qué se afecta la productividad chilena, sí la competitividad incorpora los avances tecnológicos y los tiempos se miden a través de satélites? ¿Cuál es el rol de Estado en una economía que debiera proteger mejor a nuestra infancia (trabajo infantil) y la empleabilidad de nuestra juventud (deserción escolar)?
He dejado para el último, el Convenio N° 47 de la OIT que se entrevera con la “ERGOMANIA”. Aquí, deseo reforzar las razones explicadas brevemente en los párrafos anteriores. Al respecto, en Chile existe poca cultura empleadora sobre la real dimensión de la responsabilidad de sostenibilidad empresarial. Más de alguna empresa cumple cabalmente su misión; mientras, otras lo hacen con el propósito de figurar en el glamour del capital. Es decir, ven al trabajador como producto de la ley de la oferta y la demanda. Pero, volvamos al punto de nuestro interés.
En tal sentido, nos encontramos con la “ERGOMANIA” como conjunto de las ciencias que permiten evaluar y estudiar el Trabajo. Consideran antes que todo al ser humano en sí mismo y no como una máquina. Esta ciencia moderna permite mejorar constantemente la calidad de vida de los trabajadores. Las leyes de biología y salud sostienen estas transformaciones. Los costos marginales se incorporan al intenso trabajo para producir el bienestar de los asalariados. El Convenio N° 47 de la OIT, el cual se omite por diversas razones, pero éste trata las jornadas de 40 horas semanales y Chile no puede continuar su camino al Desarrollo, si lo pasa por alto. El Gobierno se perdería un momento histórico…
Nelson C. Mondaca Ijalba
nmonijalba@gmail.com