Ayer se celebró el Día Internacional de los Trabajadores, en conmemoración al movimiento obrero mundial.
Los 1 de Mayo se celebran desde el año 1889, desde que el movimiento Obrero Socialista de la Segunda Internacional propuso y decidió celebrarlo, para recordar a los mártires de Chicago que fueron ejecutados en EE.UU. a raíz de las huelgas realizadas para lograr que las jornadas de trabajo tuviesen una jornada de 8 horas.
Hoy, nuestro país revisa esa jornada y propone una jornada de 40 horas semanales, cuestión que se encuentra analizándose en el Congreso.
En general, la temática de la remuneración y la jornada laboral es una ecuación extremadamente compleja, porque puede atentar contra derechos laborales, pero a la vez, puede atentar contra las posibilidades de crecimiento de la economía, las capacidades de inversión de las empresas y, particularmente, la viabilidad de las pymes, emprendimientos de pequeños empresarios con dificultades de inversión y bajos márgenes.
Días atrás se elevó el salario mínimo y quizás prontamente se reduzca la jornada a 40 horas.
Ambos efectos cruzados pueden ser un arma letal, una tormenta perfecta para la pequeña empresa, porque de alguna forma tendrán que reunir el dinero para pagar mayores sueldos a los empleados que tienen contratados, y al mismo tiempo, tener que contratar nuevos empleados para desarrollar la misma labor en su conjunto.
La reducción de jornada, a la misma productividad del trabajador, que ya es reconocidamente baja, generará un problema adicional.
Es decir, las alicaídas pymes deberán lidiar con el aumento del salario, la reducción de la jornada y la poca productividad. Un cocktail perfecto para el fracaso del sector de la pequeña y mediana empresa.
Debemos considerar que la productividad del trabajador chileno es baja. Es cuestión de ver: horarios de entrada y salida, tiempos ociosos durante el trabajo, el uso del celular para hablar o navegar, alimentación durante el trabajo y un largo etcétera.
El sector de los trabajadores merece beneficios, y muchos, pero también debemos sincerar situaciones. Si reducimos jornadas, perfecto, si aumentamos salarios, perfecto; pero debemos ser serios y, a cambio de esas mejoras, exigir y que se produzca como corresponde.
Así funcionan las cosas, a mayores derechos, mayores deberes. O bien, a mayores deberes, mayores derechos.
Es una ecuación lógica, que debemos tener presente cada vez que propongamos algo y que funciona de mejor manera. Al revés, no camina pues la balanza queda desequilibrada.
Es bueno compararse con países desarrollados, pero comparémonos en todos los sentidos, incluida la productividad. En estos países desarrollados se disponen de muchos beneficios laborales, pero a la vez, funcionan bajo altos estándares de exigencia y de consciencia laboral.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil
hcortez@enersa.cl