Desde distintos organismos internacionales, universidades y ONG´s de todo el mundo, conocemos que la relación entre la energía y el desarrollo, es una relación muy virtuosa.
En la medida de que dispongamos de energía, las comunidades logran el desarrollo. Caso contrario, éstas se ven inmersas en un círculo de pobreza que las obliga a migrar a las zonas urbanas.
Por ello, es que es de suma importancia que estas comunidades tengan la atención de autoridades, de las universidades y de todos los profesionales que trabajamos en estas áreas, para llevar la tecnología de las energías renovables a ellas, y de esta forma, puedan desarrollar sus actividades productivas, actividades económicas, la agricultura, el comercio y el turismo sustentable, entre otros.
Asimismo, es un imperativo moral y ético atender esta situación, porque no puede haber algo más anti-democrático e injusto, que no apoyar a las zonas rurales con energía (y también con agua potable), ya que se ven limitadas en la educación y en el acceso al conocimiento y a la cultura.
Una de las formas más prácticas, inmediatas y factibles de abastecer energéticamente a pequeñas comunidades, es a través de sistemas distribuidos de producción de energía eléctrica, que se construyen en la misma comunidad para abastecer de electricidad a las familias.
Estos sistemas remplazan eficientemente y sustituyen de manera efectiva la necesidad de construir grandes y costosos sistemas de tendido eléctrico, que consumen recursos para el desarrollo de otros proyectos de alto beneficio social.
En nuestra región, tenemos ejemplos de pueblos y comunidades de la Provincia del Tamarugal y en la zona costera al sur y norte de Iquique, donde se podría aplicar un programa de generación distribuida de amplia cobertura
Existen algunos lugares donde la población permanente no superan las 40 o 50 familias, en los cuales se podrían aplicar el tipo de solución comentada.
Mientras tanto, en espera de las ansiadas soluciones, se alimentan de energía eléctrica deficiente mediante generadores a combustible y durante 3 o menos horas diarias, tiempo acotado debido a que estos generadores gastan una cantidad importante de recursos económicos, sin considerar la cantidad de contaminantes que emiten al ambiente.
Si tuviéramos la mentalidad de países europeos, nuestro desierto estaría plagado de paneles fotovoltaicos y todos nuestros pueblos del interior estarían completamente alimentados por sistemas distribuidos híbridos: sistemas combinados de energía solar y eólica.
Debemos copiar y aplicar esas experiencias, nuestra gran ventaja es que disponemos del recurso natural de mejor calidad del mundo, el mejor de los mejores.
En definitiva, hablamos de proyectos de bajos montos comparativos, tecnológicamente eficientes y de una gran rentabilidad social, en que la propia comunidad puede perfectamente hacerse cargo de la operación y mantenimiento.
Hernán Cortez Baldassano, Ingeniero Civil
ENERSA