Octubre fue establecido por el Servicio Nacional del Adulto Mayor como el mes de las personas mayores, instaurando el 1 como el Día del Adulto Mayor y el 15 como el Día del Abuelo. Esto, principalmente, para visibilizar las necesidades y aportes que este importante grupo de personas hace a nuestra sociedad.
La conmemoración de estas fechas nos brinda la oportunidad de movilizarnos por ellos, reconociendo su diversidad y el valor que poseen por su experiencia en la vida. Como sociedad debemos despejar los “edadismos” y “viejismos”, dejando de asumir, por ejemplo, que todas las mujeres y hombres mayores son abuelos, o se encuentran en situación de dependencia, dando paso así, a una valoración positiva que guíe nuestra relación con el envejecimiento y la vejez.
Considerando que seguimos viviendo una situación sanitaria compleja desde la perspectiva de la privación ocupacional, escenario que disminuye la ejecución de ocupaciones significativas en grupos de personas mayores, debemos seguir promoviendo su cuidado y autocuidado, procurando que mantengan el confinamiento o distanciamiento físico, sin traducir esta acción, como aislamiento social o exclusión. Para ello, debemos buscar estrategias que mantengan a las personas mayores incluidas, a través de una comunicación constante, usando la tecnología y redes sociales, y promoviendo relaciones intergeneracionales donde todos se puedan beneficiar de sus vivencias.
Desde la Terapia Ocupacional se entiende al ser humano como un sujeto social y ocupacional, siendo un derecho fundamental el ocuparse y participar socialmente, por eso la invitación es a propiciar espacios comunitarios de encuentros, donde las personas mayores se vinculen cotidianamente a través de sus ocupaciones significativas y colectivas.
Sigamos pensando y repensando las formas en las que nos relacionamos y vinculamos con el envejecimiento, reconociendo las experiencias y vivencias de los adultos mayores de nuestro país.
Romina Barría Académica Escuela de Terapia Ocupacional
Universidad de Las Américas