Desde 1993, el día 22 de marzo de cada año se celebra el Día Mundial del Agua, mediante el cual se pretende crear conciencia e inspirar acciones para abordar la crisis mundial del agua y el saneamiento.
Las Naciones Unidas estima que aproximadamente 2.000 millones de personas en el mundo viven todavía sin acceso a agua potable.
En Chile se estima que 1 de cada 5 personas no dispone de agua, pero es cuestión de recorrer las zonas rurales y alejadas de nuestro territorio para darnos cuenta que existe aún un alto déficit de agua potable, sin perjuicio de los grandes esfuerzos que se realiza.
Se trata de una celebración coordinada por ONU Agua y cuyo tema anual está alineado con el lanzamiento del Informe Mundial de la ONU sobre el estado de los recursos hídricos.
Una vez más la desalinización de agua de mar ha demostrado ser la solución para disponer de agua que permita sus diversos usos.
Existen variados ejemplos de implementación de proyectos que pueden comprobar lo mencionado.
A nivel país me ha tocado trabajar en varios de ellos: uno de los más recientes, el último instalado hace poco tiempo es el de Caleta Chica.
Caleta Chica es una caleta de pescadores artesanales ubicada a 2 horas al norte de Pisagua, en la que, gracias a la desalinización, los habitantes disponen de agua. Hasta la construcción de este proyecto, esas personas debían llevar agua desde Pisagua en sus embarcaciones, corriendo un alto riesgo en el transporte.
La desalinización es un proceso que permite utilizar el agua del mar, de los ríos, de pozos y de lagos para convertirla en agua consumible, haciendo uso de un proceso denominado osmosis inversa. Ese proceso permite obtener agua purificada, la cual posteriormente se puede transformar en agua potable mediante su mineralización. También se puede emplear para uso industrial, agrícola y minero.
Chile, como ya lo hemos señalado en columnas anteriores, es privilegiado porque dispone de miles de kilómetros de costa. En consecuencia, siendo el agua de mar infinita, el agua potable también podría ser infinita.
Las plantas desalinizadoras, por definición, son consumidoras de energía, pero eso también en Chile está resuelto.
Nuestro país, también, dispone de energía infinita. Me refiero a la energía solar y eólica, cuyo recurso en Chile es envidiable a nivel mundial.
Disponemos de los recursos imprescindibles que componen la ecuación de producción de grandes volúmenes de agua: el sol y el mar.
Aplicando la tecnología existente e ingeniería al mar, al sol y al viento, somos capaces de producir energía eléctrica y por lo tanto agua potable mediante osmosis inversa.
Hace mucho rato existen en el mercado mundial plantas desalinizadoras autónomas en energía, que operan con energía solar y eólica (por lo que no requieren alimentarse desde la red), las cuales permiten producir agua potable a menos de $ 350 el m3, en circunstancias que hoy se paga más de $ 1.200, sin siquiera mencionar los prohibitivos valores de los camiones aljibes.
*Hernán Cortez Baldassano, Ingeniero Civil
hcortez@enersa.cl