Señor Director: Se veía venir esto del plazo en la construcción del Estadio «Tierra de Campeones Ramón Estay».
Los viejos sabemos que en el país los plazos de las obras nunca se cumplen. Es un defecto que nunca se ha logrado eliminar. En las construcciones hay una serie de trámites y otros entuertos en el camino que van apareciendo y que no se visualizan con antelación, como suele suceder.
Para el Mundial de 1962, Antofagasta estaba contemplada como sede. No se concretó. Ahí quedó el recinto a medias y demoró décadas para que fuera terminado. Arica, con el famoso Estadio «Carlos Dittborn» fue sede en un recinto que no estuvo 100 por ciento. En Rancagua, con el Estadio de la Braden Cooper Company, donde jugaron los seleccionados en el grupo D, anduvo mejor porque la cuprífera colaboró extraordinariamente.
Hoy aparecen quejas refiriéndose a los plazos del nuevo Estadio de Iquique que, como se ha publicado en la Prensa, ha sufrido algunas postergaciones. ¿De qué se extrañan? ¿Viven en Jauja? Siempre ha sido igual y en ese aspecto no se ha mejorado antes ni ahora.
Como sea, lo recomendable es que no hay que perder de vista lo esencial, que es lo siguiente: Las autoridades, la empresa constructora y la municipalidad deben esmerarse en que el Estadio quede terminado, sin ningún detalle pendiente, seguro y bien dispuesto para la comunidad.
Lo peor -de acuerdo a lo que estamos viendo- es apurar los plazos o que lo inauguren y luego comience una seguidilla de obras en un cuento de nunca acabar porque así no se podrá usar el recinto.
Benedicto Lemus Y.
(Foto referencial CDF)