El tiempo avanza y nos vemos enfrentados a decisiones que serán vitales para el país. El plebiscito sobre el cual debemos pronunciarnos es una decisión que con un par de simples rayas definirán el futuro de nosotros y de nuestros hijos y nietos.
Este es un plebiscito que nadie pidió, salvo los políticos. En ninguna de las demandas sociales estaba como prioridad el cambio de la Constitución.
Las demandas sociales no tienen nada que ver con la violencia que se vivió en 18 de octubre, demás está decir a estas alturas del partido, que esto no fue una reacción espontánea, propia de un pueblo angustiado.
Esto fue una acción fríamente calculada contra el país que demorará mucho tiempo en recuperarse y cuyas consecuencias las vemos el día de hoy en la cesantía, en los miles de millones de pesos que se han gastado para reponer la infraestructura que los delincuentes destruyeron. El saqueo, el pillaje, la destrucción de pequeños negocios, turbas descontroladas asaltando, quemando supermercados y pequeños almacenes, ofrecieron un espectáculo demencial, propio de una revolución.
Esto en sí ha sido una revolución. Una forma de lucha que no busca simplemente destruir y derrumbar el poder legitimo del estado. Se trata de destruir todo, para rehacer todo un sistema, desde cero. Nada sirve para los que están detrás de estos desmanes. Dicen que hay que cambiar todo. Nada de lo que hemos vivido y construido estos doscientos años vale, no hay héroes, no hay tradiciones, no hay valores , no hay historia porque todo lo que ha vivido usted señora o señor , es una mentira , nada sirve, no hay nada que rescatar.
Si usted ha escuchado o leído a los teóricos anarquistas, bueno ahí tiene el modelo que buscan, la destrucción del alma nacional. Ellos unido a ideologías totalitarias, con un gobierno aterrado y con lideres que no tomaron las medidas que se debieron tomar inmediatamente, nos han llevado a esta incertidumbre.
Todos leemos los diarios, vemos televisión y estamos informados por las redes sociales que con una tremenda inmediatez nos ponen al tanto de los acontecimientos, muchas veces mal informados, pero nos abren los ojos a lo que estamos viviendo.
Los acuerdos secretos, la ¨cocina¨ como lo han llamado, quedan expuestos. Nos avergüenzan acuerdos tomados por los parlamentarios entre ellos que quedan a los pocos días inválidos. No hay disciplina, no es posible creer en los acuerdos, porque no hay respeto por ellos. Los partidos no son capaces de alinear a sus parlamentarios para sostener sus visiones, es decir hay una “montonera, que decide de si y ante si lo que va a votar. Lo que apoya o no apoya, obedece a la calle y a las encuestas, estamos sometidos a los que gritan más fuerte y no porque tengan razón. El aplauso fácil es el leitmotiv, la búsqueda del voto a cualquier precio es la, consigna, nadie piensa en el país, para nada, nadie ve más allá de la próximas elecciones… ¿y el país cuándo?
Más encima nos llegó la pandemia que nos ha tenido restringidos de movimientos y viendo cómo la cesantía aumenta y cunde la desesperanza entre nuestros ciudadanos. Hay recursos desesperados de parte del gobierno para mantenerse en el poder, ceder a sus principios, a su programa de gobierno, bonos, cajas de alimentos, ayudas especiales y el país se endeuda y endeuda. Esto va a tener costos tremendos para la nación, pero el grito es, salvemos la situación, al costo que sea. Cuando quienes se oponen y dan buenas razones, son vilipendiados, desacreditados y hasta «funados».
Hay quienes quieren que le gobierno caiga y hacen sus mejores esfuerzos para que esto suceda, con todo lo que podamos opinar, el gobierno fue elegido democráticamente y debe ser respetado como tal.
Elegimos y aceptamos lo que votamos, no hay culpa de nadie, es lo que la mayoría de la gente optó y en democracia hay que respetar la voluntad popular.
Mucho que cambiar SI, nos dimos cuenta de que había mucha más pobreza de la que imaginamos, que había una desigualdad tremenda, que nos hace falta una mejor educación, una mejor salud, una mejor justicia, una mayor solidaridad, que hay gente desesperanzada, que hay que buscar mejorar las condiciones de los más necesitados y dar oportunidades de crecimiento para todos. También nos dimos cuenta de que hay que producir para obtener recursos, que la caja fiscal de agota y que hay que trabajar mucho para solucionar las deficiencias que tenemos.
Todo esto se puede hacer sin necesidad de cambiar la constitución, dos años de discusiones, peleas y desencuentros por largo tiempo, miles de millones gastados y ! no pasará nada ! Porque la constitución …no tiene nada que ver con esto.
Que no cuenten cuentos ni siembren ilusiones. Pongámonos a trabajar por las cosas que el común del chileno honesto y trabajador quiere , vivir en paz, con seguridad y que su trabajo sea valorado, que tenga la libertad para comprar y hacer lo que quiera , sea libre de tomar sus decisiones, que nadie decida por él qué tener, qué no tener , donde estudiar , que ropa o casa debe tener, somos una raza de hombres y mujeres libres , no queremos ideologías foráneas que nos hagan mirarnos como enemigos.
Somos millones de chilenos que queremos vivir en libertad y por sobre todo gobernados con sentido común, donde nuestros líderes gobiernen con sabiduría, respeto y consideración con cada uno de sus ciudadanos, respetando el estado de derecho.
Queremos respeto para nuestros Carabineros y policía, respeto para las FFAA y que se les deje actuar de acuerdo con su entrenamiento y capacidades.
FF.AA., Carabineros y Policías desprestigiadas por quienes deben estar siempre respaldándolas , solo contribuyen al desorden y a la anarquía.
Por todo eso y mucho más, quiero que las cosas se hagan paso a paso, informados, no arrinconados y temerosos. Si votamos de una determinada manera no seamos discriminados, perseguidos o demonizados.
Yo llamo a todos los chilenos de verdad, que queremos un país libre, humano, justo y respetuoso a votar RECHAZO.
* La opinión y conceptos expresados por los columnistas son de su exclusiva responsabilidad y no necesariamente representan la línea editorial de este medio de comunicación.
