El tiempo pasa velozmente. En una mirada de reojo vemos que estamos en el comienzo del tercer trimestre del año 2019. Se fue septiembre y con él, los largos días de las fiestas patrias. De esta manera, dando vuelta la hoja, comienzan los preparativos navideños. A estas alturas del año podemos evaluar varios aspectos de nuestras vidas, algo así, como un balance previo.
Nada de autocomplacencias, ni tampoco de magnificar algún logro. Es una obviedad que vivimos tiempos complejos. No hay que ser muy versado para darse cuenta, que cualquier éxito personal, será motivo de alegrías. Nos ocurre todo lo contrario, cuando vivimos el fracaso y abrazamos el dolor de una meta no cumplida. Esta clase de frustración humana, a veces es pasajera, pero también puede ser el foco de nuestras amarguras en forma sistemática, hasta nos puede arruinar la salud.
Los contratiempos que van de la mano de sucesos no deseados, son pruebas que perduran en nuestros corazones. A pesar de estas condiciones, nos permite perfeccionar nuestra voluntad y espíritu personal. También, resulta práctico, sacar las lecciones del caso. Siempre hay cosas buenas que experimentamos en la adversidad y nos sirven para ser mejores personas. Amigos/as, de eso se trata la vida. Si debemos hacer ajustes, entonces, hagámoslos.
Dicho lo anterior, a modo de introducción, con el fin de adentrarnos un tanto en la marcha de nuestro país, hay cuestiones económicas y políticas, que a decir verdad no han cambiado nada. Es mi punto de vista y es lo que diariamente veo. La pobreza, la desigualdad y el desempleo continúan reinando. Reconocer que aún tenemos una Constitución anclada más en el pasado del lucro que siendo un instrumento de futuro más humano.
Por otra parte, no basta solamente con reconocer que tenemos una población que envejece rápidamente, donde la tercera edad sobrevive con pensiones miserables, En concreto, la mayoría de los chilenos vive endeudado. En la práctica, la clase política incurre en sostener un modelo estructural del principio de la era industrial. .
Si realmente queremos aproximarnos más a los países desarrollados, en último término, hay que definir prioridades. No más ´promesas incumplidas, ni programas de gobierno ambiciosos, que no facilitan el desarrollo progresivo del país. Es mucho mejor poner los pies sobre la tierra y hacer las cosas, no para la fotografía, sino poner de verdad cimientos sólidos del Desarrollo. Al respecto, el rol que juegan los gobernantes sobre esta materia es crucial, fundamental y decisivo. Los tiempos son otros y el reloj nos dice que nos aproximamos a tiempos peores.
Sin dudas, si se persiste en una lucha política de la guerra fría e ideológica, nuestro país ira directo a desenlaces que afectaran su vida democrática. Los hechos son más que porfiados y la tolerancia ciudadana no es una fuente inagotable, lógico, tiene sus límites. Aquí no se trata de ser alarmistas, empero al conjugar una serie de factores objetivos, son indicadores que favorecen un juicio crítico de una patética realidad.
Un último párrafo en lo internacional. Hay varios temas importantes que abordar en estos nueve meses del año, sin embargo, los dejaré para otra oportunidad, como el cambio climático y el cuidado del medio ambiente. En fin, pero la noticia del momento es la situación que vive el Perú. Es muy demasiado grave para América del Sur. La democracia en nuestro país vecino tambalea. Los dos poderes constitucionales (Ejecutivo-Legislativo) enfrentados en una guerra política sin piedad. Al igual que Venezuela – manteniendo las distancias- también, tiene dos Presidentes. Insólito cuando ambos poderes políticos se necesitan…Temo no equivocarme, al asegurar quien más sufre, en este “gallito del poder”, es el pueblo peruano… Nelson C. Mondaca Ijalba nmonijalba@gmail.com