El Instituto Milenio Centro de Regulación del Genoma (IM-CRG) y la iniciativa 1000 Genomas Chile, con apoyo de la Seremi de Ciencia y la Seremi de Educación de Tarapacá, realizaron el taller escolar “Exploradores del Desierto: Genómica y Biodiversidad de los Tillandsiales”, una experiencia territorial que conectó a estudiantes con la investigación de frontera que se desarrolla en uno de los ecosistemas más extremos del planeta.
Dirigida a estudiantes de 7° y 8° básico, junto a cursos de enseñanza media, la actividad combinó trabajo en laboratorio y observación en terreno para fomentar la curiosidad científica, fortalecer habilidades de análisis y acercar conceptos como clima, biodiversidad y genómica a las y los escolares. Además, se introdujeron herramientas que permiten evaluar mejor la información que reciben y comprender fenómenos ambientales desde la evidencia.
El desierto como libro abierto: un paisaje fosilizado que cuenta su historia
La salida a terreno se desarrolló en Cerro Pajonales, un sitio donde el desierto funciona como un enorme “archivo natural”. Allí, los estudiantes observaron un paisaje fosilizado, comunidades ecológicas registradas en el tiempo y la influencia clave de la camanchaca, la niebla costera que permite que los tillandsiales o “claveles del aire” vivan prácticamente sin lluvia.
Los investigadores introdujeron preguntas clave:
¿Qué pasó en este desierto hace miles de años?
¿Por qué estas plantas sobreviven donde casi nada más puede hacerlo?
¿Cómo sabemos si los cambios actuales responden a variabilidad natural o al efecto antropogénico?
Los escolares exploraron la hipótesis de que, en el pasado, la zona tuvo temperaturas más frías y una atmósfera con dinámicas distintas, lo que habría permitido la formación de comunidades vegetales hoy relictuales. También aprendieron que la camanchaca está subiendo en altura, un indicador de transformaciones ambientales que científicos estudian para anticipar escenarios futuros.
Del pasado al futuro: ciencia, genómica y modelos matemáticos
Durante el taller, los estudiantes comprendieron que estudiar sistemas del pasado permite explicar el presente y predecir el comportamiento del clima en el futuro. Los investigadores explicaron cómo la genómica, junto a modelos matemáticos y herramientas de bioinformática, ayuda a reconstruir la historia de especies adaptadas al límite de la aridez y a proyectar su respuesta frente al cambio climático.
El investigador Claudio Latorre, quien lideró la actividad en terreno, destacó:
“En lugares como Cerro Pajonales, el desierto se convierte en un paisaje fosilizado que conserva la historia ecológica de miles de años. Cuando los estudiantes observan estas comunidades modeladas por la camanchaca y por una atmósfera que en el pasado fue más fría y más dinámica los invitamos a formular hipótesis reales: ¿qué pasó aquí?, ¿cómo era este ambiente cuando estas plantas prosperaron?, ¿qué nos está diciendo el ascenso actual de la nube en altura?
Estudiar sistemas del pasado nos permite comprender cómo funcionan los sistemas naturales en el presente. Y cuando combinamos esa historia con genómica y modelos matemáticos, podemos proyectar cómo responderá este ecosistema en el futuro. Esa es la ciencia que buscamos transmitir: una ciencia que observa, que interpreta, anticipa y nos ayuda a prepararnos para los cambios que vienen”.
Tarapacá como región laboratorio para el país
Para el Seremi de Ciencia, Ronald Yavar, este tipo de iniciativas fortalece la educación y las capacidades regionales:
“La genómica, la paleoclimatología y la observación directa son herramientas extraordinarias para que las y los jóvenes entiendan el territorio donde viven. Actividades como esta despiertan vocaciones STEM, impulsan el pensamiento crítico y muestran que la ciencia es una herramienta para comprender y cuidar nuestra región frente al cambio climático”.
Genómica y educación: una alianza para el país
El IM-CRG y 1000 Genomas Chile continúan impulsando actividades de divulgación científica en diversas regiones, acercando el estudio de la biodiversidad, la evolución y la adaptación de especies a comunidades escolares y locales.
Este trabajo busca democratizar el acceso a la ciencia, promover la comunicación de avances científicos con un lenguaje accesible y entregar herramientas prácticas para que niñas, niños y jóvenes puedan analizar información, evitar la manipulación, comprender fenómenos ambientales y tomar decisiones informadas.
Los ecosistemas extremos como aquellos donde viven los tillandsiales de Pozo Almonte ofrecen una oportunidad única para entender la vida al límite, desarrollar vocaciones científicas y formar nuevas generaciones capaces de enfrentar los desafíos climáticos y ambientales del país.








