Han pasado algunos días desde que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, Holanda, dio a conocer el fallo sobre la demanda de “negociar obligadamente una salida soberana al mar” presentada hace más de cinco años y medio por el mandatario de Bolivia, Evo Morales Ayma.
Lo que no debe ignorar el Presidente boliviano es que cuando se recurre como demandante a un Tribunal Superior como es la Corte de La Haya, toda persona natural y jurídica, institución pública o privada, con mayor razón si se trata de un país, sabe de antemano que se expone a dos cuestiones lógicas: Primero, al legítimo derecho de defensa del demandado, en este caso de Chile. En segundo lugar, atenerse a las consecuencias de una sentencia y pronunciamiento definitivo sobre una causa que, bien puede ser de naturaleza contraria a los propósitos perseguidos por el demandante. El equipo jurídico de Bolivia paso por alto este resultado y se dejó dominar por su exceso de confianza en el éxito de sus argumentos que sostenían la demanda. En este caso, los abogados son profesionales que construyeron una causa, donde, creo que se contemplaron todos los posibles resultados. Sea como sea, ellos cobran altos honorarios por sus servicios.
Sostengamos que los Jueces de un Tribunal no analizan las situaciones emocionales, ni políticas y de cualquier otra índole social, que no sea en rigor a la naturaleza del Derecho Internacional y de dar a cada uno lo que es suyo, según las propias normas y jurisprudencia que atañen a los involucrados en este pleito. Es obvio, fijando este punto de vista, la Justicia nunca dejará a todos contentos y felices; cuando más, puede dar un fallo salomónico.
Los abogados y el equipo asesor del presidente Evo Morales, deben ser éticamente responsables de su fracaso. Ellos se sometieron al principio de igualdad procesal, donde, tanto Bolivia como Chile tomaron sus facultades y las ejercieron en el debido tiempo de los alegatos escritos y orales. Un trato desigual hubiera dado pie para anular el juicio por no respetarse las normas del debido proceso. Entonces, impetrar acusaciones sobre el imperio de las resoluciones de los Jueces de La Haya este 1° de octubre, pues significa básicamente no aceptar la verdad del fallo.
Por sus obras los conoceréis, dicen las escrituras. Ahora, al relacionar esta conducta con las acciones, motivaciones, alegorías, discursos, campaña comunicacional y otras puestas en escenas de las autoridades del país hermano, se encuentran en una línea directa con la frustración y el fracaso de los resultados legales esperados. Las consignas del presidente Morales, la utilización de los foros internacionales, el desplazamiento de sus equipos de campaña, de los partidarios antichilenos, trataron genéricamente de hacerse las víctimas en esta disputa por una salida al mar. Salida al océano pacífico que, ya tienen en los puertos de nuestro Norte Grande; además, de las conexiones territoriales.
Confieso que me preocupa la poca consecuencia del presidente Evo Morales con los principios del socialismo e izquierda que él abraza ideológicamente. El problema de las relaciones entre ambos países significa elevar la mirada sobre las coyunturas que nos dividieron en el pasado bélico. Sean las razones que fueran, Antofagasta es de Chile, así como lo es Arica. Continuar con el mismo discurso de “mar con soberanía” para Bolivia declara una voluntad de no respetar los tratados internacionales, máxime ahora que se agrega el fallo de La Haya.
Después del fallo, sinceramente, esperaba un giro de buena fe de Evo Morales y que también estaba preparado para un revés… Pero cada vez, que lo oigo hablar me convenzo más que su patriotismo nacionalista lo tiene prisionero y lo coloca como una autoridad hostil, contenciosa y fuera de la moral pacifista. Si no tiene un giro su política internacional, a lo menos con Chile, entonces, quiere decir que ha perdido la razón y está al borde del propio colapso de su mandato, al fijar como único objetivo estratégico principal, dividir el territorio chileno, corriendo los límites geográficos en favor de Bolivia. Estrategia que Chile siempre se va a oponer y rechazar por todos los medios.
Me da mucho que pensar, el que se ilusionara a los niños, jóvenes, campesinos y comerciantes, en general al pueblo boliviano sobre los paradigmas de recuperar el mar y Antofagasta, teniendo a la vista que ha pasado ya más de un siglo de vida en nuestro continente americano. Creo que resulta complejo admitir las equivocaciones en política exterior, sobre todo cuando se han vendido demasiados sueños y se ha hecho una verdadera película de ficción con protagonistas que tienen profundas aspiraciones humanas dentro de un mundo globalizado y de constantes cambios.
Nelson C. Mondaca Ijalba.
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