Nos encontramos a horas de cerrar el año 2018 y comenzar un nuevo año, que espero y deseo esté lleno de éxitos y logros para cada uno de los lectores de la presente columna.
En materia energética se han alcanzado importantes logros en Chile, destacando la profundidad de penetración de las renovables en la matriz energética, y como poco a poco, gradualmente, se ha venido potenciado el uso de las energías renovables a nivel local y comunitario.
En parte gracias a los incentivos colocados, obviamente acorde a los inversionistas, y con mucho mayor énfasis, en base al potente desarrollo tecnológico que ha venido ocurriendo desde esta última década, período en el cual los equipos han venido alcanzando menores costos y mayores rendimientos.
Diez años atrás, el watt de potencia fotovoltaica costaba más de 1,5 dólares y hoy cuesta menos de 0,5 dólares por unidad de potencia.
Al mismo tiempo, los equipos eólicos también han venido bajando sus costos y mejorando sus niveles de producción a menores guarismos de velocidad del recurso. Esto hace y provoca que aparezcan mayores lugares y emplazamientos interesantes, en los cuales se pueden implementar nuevos parques eólicos. Es una espiral virtuosa.
También, las tecnologías de acumulación han venido evolucionando favorablemente, lo que permite que los sistemas fotovoltaicos, eólicos e híbridos comiencen a disponer capacidad de potencia instalada en cualquier momento del tiempo, y que cada día más, de manera independiente a la disponibilidad del recurso natural, las renovables puedan operar 24/7.
Sin embargo, hay mucho más que hacer, y una de esas acciones es generar las condiciones para que la penetración sea mayor. Es decir, que las tasas de participación en la matriz energética se acerque a la brevedad a guarismos cercanos al 100%. Es un objetivo absolutamente posible.
Al mismo tiempo, sin perjuicio de reconocer la proliferación de fondos públicos enfocados a la implementación de proyectos energéticos renovables a nivel de comunidades, también es necesario enfatizar en la necesidad de que estos tipos de fondos se incrementen, particularmente porque este tipo de proyectos son la única posibilidad de energizarse que tienen estas comunidades aisladas.
Este nuevo año 2019, que comienza en pocas horas, es una gran oportunidad para renovar los espíritus e intereses, que nos contagie con optimismo y profesionalismo para desarrollar los temas energéticos con más fuerza y con propósitos más sociales.
Que 2019 nos permita lograr que una parte importante de nuestros compatriotas, que no tienen ninguna otra posibilidad que no sea la disposición de electricidad y agua a través de las tecnologías renovables no convencionales, en justicia la dispongan.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile
ENERSA
