Toda la información que disponemos a nivel mundial y local, nos indica que de aquí al año 2050, pasarán muchas cosas relevantes en materia energética.
Lo primero es que las futuras generaciones tendrán una conciencia total de que el planeta debe cuidarse con actuaciones que eviten su daño.
Esto ya se está viendo, de manera incipiente pero concreta, en los establecimientos educacionales en los cuales poco a poco se han venido desarrollando programas educativos que promueven el uso de energías alternativas no contaminantes y el aprovechamiento de los recursos naturales para vivir de una manera más sustentable.
Lo segundo es que, de aquí al año 2050, la gran mayoría de los países del mundo han definido estrategias que les permitan alcanzar metas ambiciosas pero realistas, de lograr que sus matrices energéticas operen en un 100% con energías renovables, algunos incluso en su totalidad con renovables y otros solo con renovables no convencionales.
Algunas personas o compañías, especialmente aquellas que han vivido una época fósil dependiente, probablemente ven poco factible estos logros, sin embargo, está a la vuelta de la esquina. De hecho ya vemos cierres de centrales termoeléctricas en nuestra propia región de Tarapacá.
Ya existen todas las tecnologías para lograrlo, con el correr del tiempo aparecerán otras que exploten de mejor forma otros recursos naturales, de manera comercial, tales como la geotermia, la energía oceánica, entre otras.
También ya existen las tecnologías que permiten que las energías alternativas puedan entregar energía 24/7 debido al desarrollo de los mecanismos y tecnologías de acumulación (compresión del aire, volantes, baterías de alta densidad de energía).
En tercer término, se proyecta que al año 2050, el gigantesco desarrollo de la electromovilidad, provocará que los automóviles a combustión interna (bencina o diesel) desaparecerán de las calles.
En consecuencia, las refinerías no producirán gasolina, por lo que es muy probable que tengan que cerrar sus plantas y reconvertirse a otros tipos de combustibles. En esto, por ejemplo, están las empresas Shell y Toyota, ambas reconvirtiendo sus plantas para prepararse para lo que viene: autos eléctricos, híbridos o de hidrógeno verde (producción de hidrógeno con energías renovables no convencionales).
De manera incipiente ya se están viendo estos cambios, por lo que en nuestro país también debemos prepararnos para esta gran revolución en el cómo funcionará nuestra sociedad y economía en el futuro cercano.
En particular porque nuestro país y nuestra región específicamente, tiene algo muy relevante, cual es los recursos naturales apropiados y necesarios para este gran cambio.
Hernán Cortez Baldassano, Ingeniero Civil
ENERSA