Sr. Director: El impacto de los últimos escándalos de corrupción ha sido devastador: instituciones cuestionadas, recursos dilapidados, confianza destruida. Enfrentar esta realidad con crudeza es el primer paso para cambiarla, asumiendo un nuevo paradigma donde la probidad sea intransable. Esto implica no solo castigar el delito, sino prevenirlo atacando sus causas, como la impunidad, la concentración excesiva de poder, la debilidad en controles y la normalización cultural de la trampa.
Revertir la corrupción es posible con reformas valientes y cambios culturales. Chile aún cuenta con capital humano, instituciones sólidas y una ciudadanía activa. Actuar con integridad y coherencia no es una opción, sino una necesidad para garantizar un futuro estable y próspero. En un mundo convulso, la solidez de nuestras instituciones y la confianza mutua serán nuestro mejor escudo ante la incertidumbre.
La corrupción no es un fenómeno abstracto, sino el resultado de decisiones individuales. Debemos mirarnos al espejo y rechazar esas conductas en nosotros mismos y en nuestro entorno. Que esta crisis se transforme en energía para construir un Chile donde la honestidad sea la norma, el servicio público represente honor, los negocios se ganen con innovación y esfuerzo, y el éxito llegue con trabajo y principios, no con ventajas indebidas. Solo así cambiaremos el paradigma y reconstruiremos un país más justo, desarrollado y en paz consigo mismo.
José Ignacio Camus
