Señor Director: Con razón el Tío Emilio (Sutherland) ha hecho tantas denuncias en su programa de televisión sobre los gasfiters. Lamentablemente por culpa de algunos caen todos en el mismo saco.
En mi casa cumplieron su vida útil las llaves de los lavamanos. Primero, un amigo me recomendó un gasfiter. Lo llamé y me dijo: Mañana voy. Lo esperé, coordinando todo para evitar problemas en mi trabajo. No aparecía hasta que tuve que llamarlo. Me dijo que estaba en Alto Hospicio y que mañana sí que sí. Al día siguiente, no aparecía, lo llamé y me dijo surgió un problema. Lo corté de inmediato.
Fui a Sodimac y encontré a uno desocupado. Llegamos y le dije hay que cambiar las llaves de los lavamanos y ver que una llave de paso está trancada. Las arregló y me dijo listo, pero para destrabar la llave debo sacar el WC o romper unas cerámicas. El ayudante dijo: «Jefe, si se puede». «No se puede», le respondió el jefecito. Me di cuenta que era una treta para «entrar a picar» y cobrar más caro. Entonces, les dije cuánto es, pagué y chao.
Conseguí unos días después otro gasfiter y esté le echó un líquido a la llave y la destrabó . Se demoró 10 minutos.
En resumen, hay algunos gasfiters ‘chantas’ que dejan mal al resto y teniendo un oficio muy requerido se dañan ellos mismos tratando de embaucar a sus clientes, cayendo en el desprestigio y después se quejan que no tienen «pega».
Rómulo E. Siespol
(Foto sólo de referencia)