Mirando de una manera retrospectiva, hemos sido una sociedad definitivamente ingenua y engañada por un desarrollo tecnológico que nos ha llevado a la situación medioambiental que ya todos conocemos. Prácticamente un desastre en el ecosistema.
Vivimos cientos de años pensando, y asumiendo, que el desarrollo económico tenía que ir acompañado de la mano de una energía contamínate basada en el descomunal consumo de petróleo y sus derivados.
Como estudiante de ingeniería lo viví. Las universidades, los centros de estudios, las empresas y la sociedad de la época, todos apuntaron a este tipo de desarrollo, en el que el rey plenipotenciario, era el petróleo. Éramos preparados para aquello.
Muchos países se han enriquecido con la explotación de este recurso, a cambio de generar una alta factura, impaga aún, con el medio ambiente. Con altísimos estragos en el clima y el medio ambiente, que lo vemos a diario.
Todo lo dicho, a pesar de que hace décadas se conocían las tecnologías relacionadas con las energías renovables.
Pero hemos sido una sociedad ingenua, y en cierta forma, engañada por poderes económicos que nos han mantenido en una burbuja, logrando que lo único que conociéramos fuese lo que nos permitieron conocer.
Ya en la década del 20 se sabía de las potencialidades de la energía solar y eólica, y sus tecnologías asociadas.
Sin embargo, las inversiones y los poderes estuvieron centrados en el desarrollo de los procesos industriales y agrícolas llevados a cabo con maquinarias que se movían, primero con vapor y después, con electricidad generada con el dañino insumo petróleo.
no obstante lo señalado, mirando el vaso medio lleno, podemos decir que al fin el reinado del petróleo se acabó.
Hoy vemos los altos niveles de penetración de las Ernc, los procesos de descarbonización iniciados por las propias compañías de electricidad, cómo la agricultura evoluciona hacia la sustentabilidad, entre otros fenómenos que felizmente estamos viendo a diario.
También está haciendo lo suyo la electromovilidad, que ha tenido una evolución notable durante esta última década, después de un primer intento aniquilado por ciertos poderes que hicieron que el automóvil a combustión interna primara durante más de un siglo.
Ahora bien, el gran desafío de la sociedad, en su conjunto, es lograr que el proceso de reversión sea de una gran profundidad, para salvarnos, si aún hay espacio, de los nocivos impactos que esta ingenuidad y engaño ha provocado en el medio ambiente.
Hernán Cortez Baldassano
Ingeniero Civil U de Chile
ENERSA