Una de las formas más prácticas, inmediatas y factibles de abastecer energéticamente a pequeñas comunidades, es a través de sistemas distribuidos de producción de energía eléctrica, que se construyen en la misma comunidad para abastecer de electricidad a las familias.
Estos sistemas remplazan eficientemente y sustituyen de manera efectiva la necesidad de construir grandes y costosos sistemas de tendido eléctrico.
En nuestra región, tenemos muchos ejemplos de pueblos y comunidades de la provincia del Tamarugal, donde se podría aplicar un programa de generación distribuida.
Existen muchos casos de poblados del interior, donde la población permanente no supera las 40 o 50 familias, en los cuales se ha intentado alimentar eléctricamente -con total fracaso- haciendo uso de tendidos eléctricos de cuantiosos valores económicos.
Mientras tanto, en espera de la ansiada solución, se alimentan de energía eléctrica deficiente mediante generadores a combustible y durante 3 o menos horas diarias, tiempo acotado debido a que estos generadores gastan una cantidad importante de recursos.
Algo increíble y difícil de creer en estos tiempos, en que las tecnologías de equipamiento solar fotovoltaico y eólico se encuentran en el peak de su desarrollo y aplicación.
Si tuviéramos la mentalidad de países europeos, nuestro desierto estaría plagado de paneles fotovoltaicos y todos nuestros pueblos del interior estarían completamente alimentados por sistemas distribuidos híbridos.
Debemos copiar y aplicar esas experiencias, nuestra gran ventaja es que disponemos el recurso natural de mejor calidad del mundo.
¡ Y no lo explotamos a cabalidad ¡
Si consideramos que cada familia consumiría del orden de 60 KWh al mes (2 KWh al día), cada una de ellas requeriría 3 paneles solares fotovoltaicos.
Lógicamente que a ello hay que agregar las baterías de acumulación y el equipamiento complementario de regulación de corriente e inversor para alimentar los artefactos básicos de uso común, tales como televisor y refrigerador.
En términos de costos, el valor unitario de un sistema de esta naturaleza sería menos de $ 2.000.000 cada uno.
En definitiva, hablamos de proyectos de bajos montos, tecnológicamente eficientes y de una gran rentabilidad social, en que la propia comunidad podría hacerse cargo de la mantención.
Invito a las autoridades competentes, especialmente a las nuevas que llegan con “nuevas energías” a que se jueguen por proyectos de esta naturaleza, los pequeños poblados y villorrios se lo merecen y lo agradecerán.
Hernán Cortez Baldassano, Ingeniero Civil