Ciudadanos de otras regiones se sorprenderían que en el puerto de Iquique se celebra un adelantado aniversario pero en un 21 de mayo y no un 18 de septiembre.
La épica de Prat sobre terciopelos iquiqueños fue registrada en primeras planas de diarios en todo el mundo, registro colectivo a perpetuidad para testigos parapetados en los cerros y sobrevivientes del cisne hundido en el océano.Mayo nos recuerda la muerte del Tani, el hambre y la miseria de las banderas negras, la muerte del primer mártir del periodismo chileno; Manuel Castro Ramos y la cuarentena más larga de la historia iquiqueña.
Pero Iquique está de fiesta, las vitrinas del centro están adornadas, se vive un eterno carnaval, las radios recrean con relatos y crónicas la gallardía de Prat en la Esmeralda. La arenga, «¡Muchachos! la contienda es desigual, pero ánimo y valor. Nunca se ha arriado nuestra bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasión de hacerlo…», se transmite de boca en boca, de barrio en barrio, de generación en generación, como una canto aprendido , como el estribillo del himno de Iquique vociferado a rabiar por la furia celeste en el estadio Tierra de Campeones. La fiesta del 21 de mayo de 1879 conmemora la memoria emotiva del puerto. La muerte de los valientes soldados del combate Naval de Iquique; el deceso del Bombero y Guardiamarina Ernesto Riquelme Venegas, el cual disparaba el último cañonazo desde la frágil corbeta, ya casi destruida, para después hundirse en las frías aguas del Pacífico y acompañar para siempre a su vieja Corbeta Esmeralda.
Honor a los grumetes Luciano Bolados y Manuel Concha, quienes se cubrieron de gloria al combatir junto a Arturo Prat. A ellos, la tradición arraigada que el Cuerpo de Bomberos de la ciudad realice todos los años, la romería desde la Compañía Española N°1 hasta el Cementerio Nº 1.
Las grandes alamedas visten de blanco, azul y rojo, los colores del largo y angosto Chile; la cordillera; el cielo y la sangre derramada por los primeros chiilenos que lucharon por la independencia frente a España. Para los iquiqueños de corazón esta fecha tiene un significado especial. Nos despertábamos felices a la 7 de la mañana con los 21 cañonazos, luego nos colocabamos nuestra mejor pinta para ir a ver el desfile en la plaza 21 de Mayo. El ambiente patrio se diversificaba por doquier, todos los vendedores reunidos en «Paseo Balmaceda». Se escuchaban por todas partes, los gritos de cuchufli barquillo; turrones;berlines; empanada de horno; maní confitado;paleta helado; pan de leche; algodones; bebidas; pesca milagrosa; globos ; pelotas ; sin olvidar al legendario fotógrafo;que a estas alturas no recuerdo su nombre. Y tan pronto terminaba el desfile, corríamos al muelle de la Gobernación Marítima para subirnos a una goleta que nos llevara a la boya, para llegar antes de las 12:10, horario en el cual se lanzaban las coronas de flores al agua, piteaban todas las embarcaciones y pasaban volando a ras los aviones de la Fach. En ocasiones se generaba una sorpresa, el Capitán de la embarcación anunciaba ¡un paseo por Cavancha!, ¡no lo podíamos creer!, ¡qué lujo!, ¡qué honor!, Arriba de un montón de corchos en la popa, viajando por el mar que tranquilo nos baña.
Regresábamos a casa felices, para compartir un rico almuerzo familiar con nuestros padres y hermanos. Esta es la historia que transmuta tan intensamente hoy en la memoria , la que revive hoy con las costumbres y tradiciones de la historia, la que empodera en acción y reacción, con alma de fiesta pero con espíritu combativo frente al enemigo del nuevo siglo.
Sonia Pereira Torrico