Señor Director: Antiguamente había un dicho que decía «le pegaron en los cachos». Se refería a alguien que daba clases en todo y cuando ‘se caía’ le aplicaban este refrán popular.
Bueno , esto para referirme a la crítica que hizo el actor Pablo Schwarz, quien se hizo conocido hace años cuando personificó a un personaje apodado «Juan Burro», en la teleserie «Sucupira», donde su compañero era un burro llamado «Luis Miguel».
De acuerdo a lo que he visto en las redes sociales, muchos se molestaron con esta crítica u opinión, puesto que lo que dice Pablo Schwarz en el video es que «Iquique es feo». Yo, por mi parte, digo: «Santiago es feo». Y es mi opinión. ¿A quién le importa?
Sin embargo, la mayoría de los comentarios en las redes sociales en contra de esta opinión se refieren a que los «iquiqueños son sucios» y que «Iquique es sucio». Y, como digo, la mayoría se fue por ese lado. Es decir, muchos se sintieron ‘tocados’ y se molestaron con el actor que, dicho sea de paso, vino a pedir recursos a la Municipalidad de Iquique, para un montaje artístico relacionado con los hechos ocurridos en Pisagua en 1973. Algo así leí por ahí.
Quiero aprovechar este comentario de «Juan Burro», porque yo así lo identifico, para dejar en claro algunas situaciones. La primera se refiere a que hoy Iquique lo que menos tiene son iquiqueños. Cuando éramos 60 mil habitantes («Iquique es puerto; las demás son caletas») todos nos conocíamos y sabíamos quiénes barrían el frontis de sus casas y los que no; sabíamos quiénes eran los conductores de taxis (contados con los dedos); los médicos (Lombardi, Sierralta, Francia y Reyno); nadie le ponía ‘picaporte’ a las casas; se usaba abrir la puerta con una pita conectada con el ‘picaporte’; teníamos los cementerios 1 y 2; sabíamos el nombre del fotógrafo de la Plaza Condell, del turronero, del lustrabotas; de todos los profesores normalistas; de los pesados que echaban la talla en los campeonatos de boxeo, de los cracks del fútbol, del boxeo, del básquetbol, del béisbol, del water polo, de la calle «Thomson» (es sin p, por si acaso), etc.
La segunda situación se refiere a que, a partir de 1975, con el nacimiento de la Zona Franca, llegó ‘cualquier cantidad’ de afuerinos y extranjeros que se hicieron iquiqueños, pero no lo son. Es algo similar a lo que ocurrió en Alto Hospicio (¿quién es hospiciano? Muy pocos). Increíble, pero como dicen que los ciclos se repiten, Iquique volvió a ser cosmopolita, como ocurrió con la industria del salitre (Siglo 19 y comienzos del 20). Entonces, si somos ‘sucios’ los iquiqueños es relativo. También lo son los que llegaron y se quedaron para siempre y que superan a los oriundos de esta tierra heroica, histórica y generosa. Que quede bien claro.
La tercera situación es que, sinceramente, «Juan Burro» nos ‘pegó en los cachos’. Es verdad. Iquique creció y se desbordó. Creció sin planificación urbana a conciencia. Le echaron para adelante; no creció -teniendo la oportunidad- de haber hecho una excelente planificación urbana. Recordemos que Iquique llegaba a Cuarta Sur y había como lo último algunas viviendas (la de los profesores) por «Tadeo Haënke»; recordemos que íbamos de paseo… ¡a Primeras Piedras! A partir de este crecimiento demográfico vino todo ‘a la rápida’ y hay partes feas. La franja costera sigue siendo bella («El Camino», Cavancha, Playa Brava); el casco antiguo ‘se quedó pegado’ y llegaron las torres de edificios de hasta 26 pisos, cuando ‘los más alto’ eran los departamentos de la remodelación El Morro y los colectivos de calle Lynch-Obispo Labbé-O’Higgins-Zegers; las poblaciones Caupolicán, O’Higgins, «Jorge Inostrosa» (ex Siberia,ex J.F. Kennedy) comenzaron como ‘tomas’ y demuestran que no hubo planificación alguna; los vecinos que viven en «Pedro Prado» («Salvador Allende») salen de sus casas y dan un paso y están en la calzada (no es ninguna mentira), por donde circulan miles de autos diariamente.
«Juan Burro» con un simple comentario, opinión o crítica, hizo enojar a mucho y también nos llevo a pensar, a reflexionar: ¿Usted, amigo, amiga, barre el frontis de su casa; colabora con el aseo de la ciudad; ¿no le abre la puerta a su regalón para que vaya a dejar la cacuca esparcida por toda la calle? ¿No tiene un auto abandonado por años en su frontis? ¿Cómo está su toldo en el antejardín, limpio o negro de polvo? ¿Cómo está su techo? ¿Lanza todo lo que no le sirve al techo? ¿No tira los papeles y envases a la calle para que su auto no esté plagado de papeles? ¿Son suyos los papeles y bolsas pegadas en las ‘lindas rejas’ que adornan la ruta concesionada A-1 (Iquique-Aeropuerto) y A-16 de Hospicio a Humberstone? ¿Usted no deja basura en las playas del litoral? Puede ir a la más lejana y encontrará basura y desechos. ¿Quién los arroja? Y así. Hay otras situaciones, pero sería largo enumerar.
«Juan Burro (Pablo Schwarz) puso a muchos en su lugar. Me incluyo porque también cometo errores. Me arrepiento, pero a veces «pateo la perra» y caigo en lo mismo de muchos. Total, que más da. Hasta que aparezca otro «Juan Burro».
Bernabé González Ll.