Hoy podré mostrarles que, aunque el tiempo pase y la tecnología IA vuelva loco al mundo, aunque mejore las fotos de una manera increíble, jamás podrá igualar a la realidad que se muestra en las fotos de nuestros veteranos. Su pobreza, su tristeza, su dolor o su orgullo.
Para lo cual hoy traemos al presente a don Juan Silva Sepúlveda, en dos fotografías, donde cada cual podrá darse cuenta cuanto cambia la esencia de nuestros héroes de realidad a ficción.
Cada cual elegirá que le gusta más. Yo elegí la realidad.
Pero vamos a lo importante.
Don Juan Silva Sepúlveda, parte a la guerra ya con una edad avanzada para esos tiempos, pues había nacido en El Olivar (Rancagua) en 1834, contando al momento de enrolarse con 45 años y eso no impidió que sentara plaza de soldado en el Batallón Cívico Movilizado Atacama N ° 1.
Deja en Chile a su esposa Encarnación Mena, a la cual enviaba 5 pesos cada mes de su sueldo, la mitad de lo que recibía, para su diario vivir.
Combate en Pisagua, San Francisco, Tacna, Chorrillos y Miraflores, pero lamentablemente en esta última acción, la fortuna que lo acompañó en las otras acciones desapareció y una bala enemiga le entra en la cara, entrando por el pómulo izquierdo, saliendo por la parte superior del lado opuesto del rostro, declarándosele una invalidez tan importante, que evitaba ganarse la vida por su propia cuenta, además la lesión lo deja prácticamente ciego.
Esta fotografía corresponde al año 1902, donde al parecer postulaba a un bono por su invalidez.
Lamentablemente, fallece solo dos años después y sus restos depositados en una fosa común en el Cementerio General.
Quizás el Estado de Chile fue ingrato con don Juan, y por lo mismo, quizás es tiempo de recordarlo y traerlo del olvida.
«Un hombre solo muere cuando se le olvida»
Y si se comparte…mejor! Por Mauricio Pelayo González