Aún recuerdo como si fuese ayer, escuchar la profecía autocumplida de un profesor de ciencias naturales, decir «el agua se va a vender muchachos». Sólo una risotada burlesca de ilusos alumnos se desató aquella tarde de escuela en 1986.
El patio de la casa de Bolívar #1028 tenía un tambor encementado llamado «Tina» , con una piedra de azufre , para evitar zancudos. Era rica y fresca el acopio de esa agua, porque así se conservaba en aquellos tiempos. Algunas casas hacían una tapa de madera para la tina, para conservar su calidad.Tiempos de pilones, donde se vendía el agua, y se acarreaba en tarros mantequeros a la casa. Los más viejos recuerdan el personaje de los mierderos, los cuales llevaban agua servidas en tarros para ir a vaciarlos a un muelle.
Por estas fechas, regresábamos a casa, rendidos por la asoleada tarde en playa Cavancha directamente a bañarnos. La abuelita extraía agua con un jarrito de un balde y utilizaba otro para enjuagarse. Ergo preparaba la humilde mesa larga, de mantel de hule, siendo la más elegante del reino. Se aprovechaba al máximo este vital elemento, ya que en Iquique crecimos inexorablemente con tambores y barriles en los patios para juntar agua, porque la que teníamos solo tenía un horario restringido.
El agua ha sido una gran necesidad en toda la historia del puerto glorioso. Los camanchangos se surtían de agua proveniente del río Loa, saturadas de sal y sulfuro, las que eran conducidas en odres de cuero de lobo marino sobre balsas confeccionadas del mismo material. Con el auge de las covaderas como Pabellón de Pica y Punta de lobos, se obtenía desde el puerto de Pisagua, la cual brotaba de las quebradas andinas.
Charles Darwin en su visita a Iquique en 1835 , señalaba: «Los habitantes viven como personas a bordo de un buque; todos los artículos necesarios para la vida vienen de fuera; se trae el agua en botes de Pisagua que se halla como a 40 millas al norte y se vende a razón de 9 reales el barril de 18 galones; yo compré una botella por 3 peniques «
En 1840 comienza a funcionar la primera máquina condensadora de agua de mar , la cual distaba mucho de ser agradable e higiénica. El uso del agua se destinaba para el aseo personal y doméstico, extinción de incendios, como bebida y preparación de alimentos, se usaba en fábricas, riego en calles y otros. Muy Importante fue el rol que desempeñó el agua traída de Pozo Almonte durante la guerra del Pacífico. En 1880, aprox, se optó por trasladar el agua mediante cañerías desde Pozo Almonte a la estación central y por vía férrea al pueblo de La Noria. Aguas saturadas en sales existían en oficina Lagunas y California, sin embargo aguas buenas se encontraban en la oficina Angela, San Jorge y Cala Cala. Después de sucesivas exploraciones realizadas en la costa y la pampa se concluye que las aguas efectivamente potables pertenecen a los poblados de Pica. De tal manera, que desde el valle de Quisma y la quebrada de Chintaguay fueron desviadas para abastecer el puerto de Iquique, minando el recurso hasta dejar estos lugares inhabitables. Tomas North en 1888, registra en Londres la «Compañía de Agua Potable de Tarapacá», para abastecer de agua de Iquique, utilizando los manantiales de Pica.
Actualmente, la cara de la moneda invierte el beneficio económico de las mineras de este vital recurso, secando las napas subterráneas sin piedad. Los nuevos habitantes de la cosmopolita ciudad costera pagan las deudas del pasado e históricas con un sobreconsumo excesivo de este preciado elemento. Situación que no es ajena a lo que pasa en el resto del país.
Chile actualmente se ubica en el número 18 de 164 países con estrés hídrico. Y la región de Coquimbo por ejemplo , enfrenta la sequía más grave en los últimos 40 años.
¡Uf! ¡qué delicia de baño!, en las atavicas tinas, ternura recibía a través de esas benditas manos abuelita mía. Me jabonaba con jabón «Le sancy», me colocaba shampoo de guagua ”Ballerina» y con un jarrito me enjuagaba hasta quedar limpiecita. Después me abrazaba con una toalla gigante, me ponía un vestido lindo, zapatos de charol y calcetines con vuelito para seguir jugando a la niña María, en el Iquique de los techos planos.
Sonia Pereira Torrico
Fuente: Del cerro Dragón a La Tirana, Mario Portilla.
