Señor Director: Estallido social, pandemia, migración desatada, inseguridad, inflación galopante, partida de un gobierno y próxima llegada de uno nuevo, el barril de petróleo que bordea los 100 dólares y un conflicto en Ucrania-Rusia es la guinda de la torta en los días que corren.
“¿Dónde iremos a parar?”, decía mi abuela Lastenia de las Mercedes. Y ahora yo digo lo mismo, pero parece que tendremos que vivirlo con las consecuencias que ni me quiero imaginar.
Por su lado, mi abuelo Celestino del Carmen, decía: “Tenemos que caer al foso para sufrir y salir como sea adelante”. Y después sollozaba cuando contaba a los que no salieron del pozo.
Les hablo desde el corazón, soy una vieja que se encamina a los 90 y como les conté mi bisnieta me traspasa estas cartas.
Días de mucho sol veraniego, pero que los sentimos grises y nublados. Veníamos como avión hasta que el diablo metió la cola. Sólo me queda rezar por todos.
Aunque hay muchos que hablan y hablan y que parecieran vivir en las nubes, no piensan que somos un país pequeñísimo que a nadie le importará en situaciones apremiantes. Tenemos todo para ser un lindo país, pero no se quiere mirar la realidad como es y siguen armando “mesas de trabajo” que cojean como cuando se formaban “comisiones” para no hacer nada de nada.
Tendremos que vivirlo. Lo lamento por los que están en plena vida y tendrán que sufrir si no se enmienda el rumbo. Ya es casi tarde.
Rosalía Lourdes Andrade Y.