La Semana del Pampino es una oportunidad para que la comunidad iquiqueña se motive y participe en la preservación de la cultura pampina, y para que las nuevas generaciones descubran y aprecien esta rica herencia cultural.
La conmemoración de la Semana del Salitre indudablemente te obliga a mirar el pasado de manera amorosa, con sentimiento, con una alta dosis de emoción, recuerdos, tristeza por los caídos y un grito de esperanza que no se apaga , que no se fuga a pesar de la instalación del modelo neoliberal y el olor a progreso.
La región de Tarapacá constituyó el erario del país, y es increíble que muchos jóvenes ni siquiera saben de este hito histórico, tampoco que las demandas obreras fueron el cimiento del código del trabajo. Emilio Recabarren y Teresa Flores, grandes precursores. Ellos despertaron a una comunidad pampina para el despliegue de un sueldo digno y no pagado en fichas exclusivas de una oficina. Es así como, desde 1907 en adelante, lentamente se va promulgando una legislación social: el descanso dominical, los días feriados, la silla para empleados y obreros del comercio, salas cunas en los establecimientos industriales. Sin embargo, las demandas de los trabajadores apuntaban a una completa legislación que regulara claramente el contrato de trabajo.
Pero extrapolando el contexto político y social, me quiero remontar en la vida cotidiana de una oficina a otra, el deporte, los desfiles, bautizo, la música y la fonda, lugar precioso para descansar y engullir un exquisito picante de guata con pata. No viví presencialmente por esas épocas, me hubiese encantado nacer al igual que Carmencita, la niña de la oficina Mapocho, esperar al padrecito en el último ocaso, desfilar alrededor de la plaza y jugar con las tacitas de loza , mientras mamá estaba cocinando una sopa. Casas humildes, algunas con piso de tierra, techos de calamina , muebles sencillos de madera, una tetera hirviendo y un tendedero para lavar los secretos. La instrucción del patrón disminuía con la dulce vida de una comarca, todos amigos, todos conocidos, cada rinconcito muy cerca del nido. El mercado, la plaza principal, el mercado, la escuela, el teatro, la piscina, la pulpera, el kiosko , circulaban como un carrusel para que cualquier pudiese ver. Había que distraerse después de una dura jornada para el calichero y las labores de casa de las madres del desierto. Los hombres ajustaban el ocio con el fútbol traído por los ingleses, una pelota de cuero para levantarla con la fuerza de un aguerrido obrero al arco contrario. Arriba quemando el sol, no era obstáculo para la resistencia y fuerza de los jugadores de las salitreras. Fiestas existían por doquier, tanto para los más acaudalados como para las familias de los obreros.
En la “Filarmónica», hombres y mujeres vestían de frac y vestidos largos respectivamente. Se bailaba la polca, mazurca, el vals y la cuadrilla. En la “Fonda de los Pampinos”, los calicheros empolvados por la chusca, verseando con apodos el termino de una dura jornada. Y el administrador organizaba en ocasiones una fastuosa fiesta con sus trabajadores, con piezas musicales como el Fox-trot, polca, cueca nortina y pasodoble.
Con el paso inexorable de los años, las huellas de más de 300 oficinas, se quedan en la memoria, son muy pocas que conservan paredes y lugares de esparcimiento. Otras simplemente habita suelo yermo y la chusca revuelta merodeando como alma en pena. Ese silbido que se acrecienta una vez que ingresas a una pequeña ciudad de población y larga vida. La oficina ,»Humberstone» sigue presente como la «Reina de la pampa», el centro neurálgico después de la crisis salitrera hasta 1960. La pampa no muere, siguen vigentes los recuerdos, y así lo demuestra las actividades culturales celebradas en fiestas patrias, reflotando la danza y juegos populares.
La Semana Pampina 2024, es organizada por la Corporación Hijos del Salitre, se llevará a cabo del 13 al 24 de noviembre. Entre las actividades que se desarrollan , tenemos desfiles de agrupaciones pampinas, exposiciones de arte y fotografía, conversatorios, talleres sobre la cultura pampina y la historia, actos cívicos, misas de honor, muestras gastronómicas, recital de música y muestras preciosas de bailes a la usanza de la época.
¿Qué sería de la pampa sin la nostalgia? Aquella novia blanca que ingresa por la ventana, que acaricia con la mirada, que envuelve los faroles e ilumina el gélido vals del alba. ¿Qué sería de la pampa sin el mugir de hombres y mujeres por las oficinas del desierto, trabajando y amando bajo el sol artero?
¿Qué sería de la pampa sin la historia? El riel de los sueños no trazaría el pincel invisible del viento entre la chusca tarapaqueña y la calamina inquieta, que se pliega como cortina oxidada por el tiempo y la camanchaca nuestra.
Sonia Pereira Torrico








