El principal desafío que surge para las empresas -a un año de implementada la Ley de Inclusión Laboral-, está en la contratación de al menos el 1% de trabajadores con discapacidad, pero la verdadera meta es generar el cambio cultural necesario para realizar procesos inclusivos de selección, contratación, capacitación y desarrollo laboral, que les permita a las personas con discapacidad participar y optar a las mismas oportunidades que el resto de los colaboradores de cualquier empresa.
El otro desafío que pasa desapercibido es lograr un trabajo coordinado en los diversos actores involucrados en este proceso de cambio, considerando no solo a las instituciones del estado vinculados directamente al cumplimiento de esta ley como la Dirección del Trabajo, el Senadis o el Ministerio de Desarrollo Social, también es necesario involucrar a organismos con el Compin, que a raíz de la ley de inclusión está recibiendo una gran demanda de calificación de la discapacidad para la obtención de la credencial de discapacidad.
De acuerdo a este nuevo paradigma y en sintonía con los declarado por la ley, se debe evaluar la implementación de ajustes razonables en los puestos de trabajo, en la manera en que se realizan las tareas de un cargo, en los procesos de una industria o en la forma de comunicarse al interior de una obra.
Estos elementos no se logran de manera automática con la implementación de la ley, por el contrario, es solo el inicio para visibilizar esta temática y empujar los cambios que sean necesarios, ya que cuando no referimos a cambios sociales, estos no ocurren por sí solos, y menos cuando se trata de un grupo que ha vivido en una permanente situación de exclusión.
Camilo Órdenes Lagos
Académico Escuela Terapia Ocupacional U. Andrés Bello