Hace una semana que terminaron las elecciones en Venezuela. El pueblo participó de manera pacífica y emitió su voto. Los resultados de los escrutinios demoraron más del tiempo considerado prudente. La consecuencia de esta anormalidad es muy grave.
Toda la transparencia se derrumbó. La eficacia de un sistema electrónico se vino al suelo. Nacieron las dudas, floreció el nerviosismo propio del ciudadano. Comenzaron a circular las afirmaciones de una manipulación electoral y que estábamos en presencia de un “fraude” electoral.
La explicación pública a cargo del proceso (CNE), casi a la medianoche, fue que había sido “jaqueado”. También, que el candidato oficialista, Nicolás Maduro había sido el ganador con el 51,20%. Sin embargo, la Oposición encabezada por (Machado)Edmundo González, finalmente, habían obtenido un 43,18% .
Desde mi punto de vista, en cualquier acto eleccionario, sea del orden que sea, cuando se siembran dudas y se pone en tela de juicio, la actuación del máximo organismo electoral, entonces, se debiera despejar toda sombra de desconfianza en los resultados. Siempre, velando por la transparencia y fidelidad de los sufragios.
Otro camino honroso, sería llamar a una nueva elección. No es fácil. Pero es una gran solución democrática y política. Sobre estas líneas de convivencia, resolvemos pacíficamente nuestros conflictos cívicos.
Amigos/as, cuando hay otros intereses en juego, todo se vuelve incierto. Lo sucedió en Venezuela, no se lo doy a ningún pueblo y a nadie. La doctrina y el sistema están en tela de juicio. La ideología pura y real del verdadero socialismo pasan al banquillo de la voluntad popular. También, los poderes se movilizan en defensa de sus intereses.
La institucionalidad de los venezolanos, a estas alturas, en el mundo de la izquierda, se ha aguijoneado. Nuestro continente está asombrado. Pasado varios días de la elección, la Oposición, sube a la web los registros auténticos, las “Actas” dando por ganador a su candidato con el 70% de los votos y arroja un 30% para Maduro. Mientras, el oficialismo hace desparecer testigos/vocales de la elección.
Las calles de Venezuela, fueron tomadas por aquellas mayorías que se volcaron a las urnas dando su preferencia a Edmundo González; Hoy es reprimida con violencia dictatorial.
Seamos claros. Estos resultados electorales son mucho más complejos del análisis superlativo de un noticiero de TV. Son mucho más complejos, sobre todo, cuando se interrelaciona, con lo que pasa hoy en el mundo. No es equivocado sostener, que resurgen los bloques de la guerra fría. La materia prima, el petróleo que abunda en Venezuela, sigue siendo un botín muy codiciado por las potencias mundiales. No se detiene la guerra de Rusia y Ucrania. Israel sigue llevando adelante su terrible genocidio contra el pueblo de Palestina. Un ataque aéreo israelita bombardea una población en Teherán, junto con matar al máximo líder de Hamás, Ismail Haniyeh, también destruye la vida de un centenar de civiles.
Todo este cruel escenario, no puede ser ignorado. Maduro en secreto, antes de entrar a estas elección presidencial, hizo negociaciones con EE.UU.; ambos gobiernos firmaron un acuerdo llamado de Qatar. El gobierno de Joe Biden, según dicen, lo cumplió. No así, Nicolás Maduro; el reciente miércoles, deja la puerta abierta para retomarlo.
En esta misma semana, la OEA se reunió. 17 países se pronunciaron a favor de las muestras electrónicas de las “Actas” que respaldan como ganador a Nicolás Maduro. Hasta el día de escribir estas líneas, el Consejo Nacional de Elecciones (CNE), no da a conocer las mencionadas “Actas”. Las movilizaciones no cesan en las calles. El Secretario general de la OEA, emplaza al máximo rector de la elección CNE, para transparentar los resultados. Solicitando al Tribunal Internacional de Justicia, persiga a Maduro, por cometer Crímenes de Lesa Humanidad. En el intertanto, sin otros trámites, se declara oficialmente a Nicolás Maduro, presidente por el período de 6 años.
En la elección del 2018, sucedieron hechos de manipulación de los resultados. La verdad, es que hoy las cosas debieron ser diferentes, pero no lo son. La Oposición, también tomó sus propios resguardos para un mayor control. La supervisión interna e internacional no se quedó atrás, los asesores y expertos realizaron sus despliegues profesionales.
En fin, lo que vemos en general desde el lunes 19 de Julio, en los diferentes noticieros y medios de comunicación, es la rebelión de un pueblo, siente que le han robado su elección. En esto, tampoco trato de no confundirme. Aquí, hay una fuerza reaccionaria ultra derechista, que ve una gran oportunidad de recuperación del poder. Recordemos. Los famosos brigadistas armados en Chile, como fue “Patria y Libertad”. No creo ser iluso, menos a mi avanzada edad. En Caracas y en todos los países sudamericanos existe una burguesía capitalista, donde EE.UU., tiene mucho que decir.
La situación de Venezuela, también ha sacudido a nuestro país. En mi fuero interior, creo ser partidario de la lucha del pueblo, respeto su voluntad y soy solidario. Por tal razón, me alegra la posición tomada por el Presidente Gabriel Boric y de su Gobierno frente a estos acontecimientos. El Presidente Boric, no ha vacilado en requerir las “Actas del proceso electoral” que respaldan la voluntad del pueblo venezolano. Tampoco, es cómplice de nadie. Los diferentes Gobiernos, en representación de sus países, tomaron sus propias decisiones que se reflejaron en la OEA. Allá cada cual; ellos responderán a su pueblo y a la historia. Ni apresurarse, dando ganador a Maduro y/o reconociendo anticipadamente a González, tal como, algunos Mandatarios, ya lo han hecho.
Tampoco, se pueden cerrar los ojos y cruzarse los brazos. O tomando palco, en cómoda tribuna, apoyando a Maduro como un vencedor demócrata, cuando se comporta como un verdadero dictador. Váyanse al carajo con sus espurias argumentaciones.
Una última reflexión en la nueva izquierda. No le pidamos al PC chileno que salga pateando el tablero contra el Presidente Boric y que traicione sus principios marxistas. Hasta donde sé, es un partido leal y de una trayectoria gloriosa y democrática, tal como lo hizo con Salvador Allende. Si tienen diferencias en sus opiniones, ellos los resolverán.
Nelson C. Mondaca Ijalba
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